El cubano Carlos Acosta, una de las superestrellas del ballet mundial, danzó ayer en Londres con siete de sus amigos del Ballet Nacional de Cuba, en un espectáculo que mezcló danza clásica con la sensualidad de las danzas y ritmos afrocubanos.
«Carlos Acosta and Friends» (Carlos Acosta y amigos), que se estrenó ayer en el teatro Sadler’s Wells, reunió por primera vez en Londres al primer bailarín del Royal Ballet de Londres con siete primeras figuras del Ballet de Cuba, entre ellas Viengsay Valdés, Javier Torres y Anette Delgado.
El público ovacionó de pie al bailarín cubano que soñaba con ser Pelé pero que es ahora es considerado el sucesor de Rudolf Nureyev, especialmente cuando bailó con Valdés «El corsario», en una coreografía de Alicia Alonso, la legendaria primera bailarina y fundadora del Ballet Nacional de Cuba.
La crítica sin embargo no aplaude el espectáculo, que está en carteleras hasta el domingo y para el que todas las entradas están agotadas.
La velada, que incluye tres piezas clásicas del coreógrafo cubano Alberto Méndez – «El río y el bosque», «Muñecos» y «Paso a tres» – recibió sólo dos de cinco estrellas de la crítica de The Guardian, Judith Mackrell, que se dijo «decepcionada».
Las coreografías de Méndez mezclan el «viejo clasicismo soviético con el estilo afrocubano, y son anticuadas al punto de ser desconcertantes», escribió el miércoles Mackrell, que reconoce sin embargo el talento incuestionable de Acosta.
El espectáculo está intercalado con una coreografía creada por Acosta, con música en vivo de Aldo López Gavilán y su grupo, que está inspirada en sus experiencias con el Ballet Nacional de Cuba.
Acosta «trata de comunicar a Occidente, de manera personal, su orgullo en la cultura de Cuba, lo que guarda de su experiencia pasada», escribió Mackrell.
Es verdad que a sus 34 años, Acosta, radicado en Londres desde hace diez años, sigue considerando a Cuba como su hogar, y que su talento no se limita a la danza.
El cubano no para de sorprender: a principios de mes lanzó en el Reino Unido su autobiografía titulada «No way home. A Cuban dancer’s story» (Harper Press), llena de magia y de momentos duros, que fue para el cubano una manera de exorcizar muchos fantasmas.
Acosta relata desde su infancia humilde en un suburbio de La Habana donde su padre, un camionero nieto de esclavos, lo obligó a estudiar ballet, para sacarlo de la calle, hasta cuando alzó el vuelo y se convirtió en uno de los más grandes bailarines del mundo.
Además de escritor y coreógrafo, Acosta, que es ahora recibido como un héroe nacional en Cuba, sigue volando en los escenarios de Londres y del mundo.
Esta temporada, se presenta en el papel estelar en «Romeo y Julieta», en el Royal Ballet, en Covent Garden, y en «La Bayadí¨re», creado por Marius Petipa para el Ballet Real de Rusia, que ha recibido elogios de la difícil crítica londinense.