La idea era aprovechar un fin de semana del verano para organizar un concierto de rock juvenil, que gustara a un público diferente al que habitualmente acude a los de música clásica organizados por el Museo del Louvre.
Pero la semana pasada, el ministerio de Cultura francés anuló su autorización, oficialmente por motivos de seguridad. Aunque la mayor sorpresa, según reveló esta semana el confidencial Le Canard Enchaí®né, fue cuando la organización descubrió que detrás de la prohibición se encontraba la mano de una artista, pero no una cualquiera: la primera dama, Carla Bruni.
Aunque el argumento evocado es una preocupación de seguridad, según los organizadores las razones de Bruni eran otras: la celebración, el fin de semana siguiente, del Festival Solidays, tres días de música cuyos fondos van destinados a la lucha contra el sida, una causa que defiende como embajadora de la ONU contra la enfermedad. Los conciertos del Louvre amenazaban con hacerle competencia. La revista se puso en contacto con Bruni, con la que mantuvo, según el semanal, un intercambio «abrupto».