Cardoza y Aragón, a 15 años de su muerte


Luis Cardoza y Aragón no ganó un Nobel de Literatura ni un Premio Prí­ncipe de Asturias; sin embargo, es una de las mejores voces poéticas de Guatemala y del continente. Este martes, 4 de septiembre, cumplirá quince años de haber muerto, registrándose una gran pérdida para la literatura.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Cardoza tuvo varias facetas: el nostálgico de Guatemala: las lí­neas de su mano, o el combatiente de La revolución guatemalteca. También fue crí­tico de arte y también tuvo libros de poemas tendientes a lo prosaico.

Sin embargo, lo más resaltante de Cardoza es su tendencia a la poesí­a vanguardista, elemento que poco o nada se le reconoce en Guatemala; el conflicto armado interno hizo que se valorara más el pensamiento insurgente de este autor, más que su poesí­a vanguardista, ajena a la realidad guatemalteca.

En 1920, Cardoza viajó a Parí­s en donde respiró y comió de las fuentes primarias de la Vanguardia. De ahí­, asimiló esta estética y se apropió de ella. Luna Park fue su primer poemario, el cual, pese a su juventud y a que el Surrealismo aún estaba por acaparar la estética del siglo XX, es un buen libro, pequeño, agradable e increí­blemente sorprendente por su propuesta.

En tan poco espacio, no se puede explicar a cabalidad a Cardoza y Aragón, por lo que únicamente me limito a señalar por qué Cardoza es vanguardista, basándome principalmente en Luna Park.

Uno de los versos en donde más se resalta la vanguardia es en este: «La nueva generación del mundo tiene pasado y esperanzas sepultados en los campos de batalla», lo que recuerda que los vanguardistas rechazaban todo lo anterior, en busca de algo nuevo, especialmente después de la destrucción a gran escala de la Primera Guerra Mundial.

El futurismo

El Futurismo fue la primera vanguardia. Basaba su estética en el culto a la modernidad del siglo XX, tal como exaltar la velocidad y las máquinas. Cardoza también lanza su «oda» a la nueva centuria: «Siglo XX, Nuevo Renacimiento (…) ¡Lancé mi lastre al pasado y me hice todo alas!» o en estos versos: «El siglo en que nacimos es siglo de misterio. ¡Cómo vamos a definirle teniendo dos incógnitas! Siglo XX.»

El futuro es el ideal para esta estética: «Quien no está en el futuro no existe», escribí­a en el poema II. El culto a la velocidad es fundamental para el futurismo: «Eternidades valí­an minutos. Por instantes era un niño, por instantes un anciano»; aún más, la rapidez se observa en los versos veloces, sin adjetivos ni artí­culos, sólo palabras y puntos: «Havre. Coruña. Vladivostok. Visiones de puertos lejanos. Mar. El Hudson. New York», lo cual representan un viaje fugaz atravesando el Atlántico, lo cual también demuestra el cosmopolitismo.

Sin embargo, uno de los versos favoritos es el siguiente: «Ayer dormí­ en Nueva York ¿Cenaré en Parí­s?», ambición constante de la humanidad durante el siglo XX, de atravesar el océano en un dí­a.

Las máquinas también fueron parte importante de esta vanguardia: «Hombres y mujeres en las fábricas al lado del músculo obediente fiel, y sonoro de la máquina, fauna del HOMBRE. Ferrocarriles, aeroplanos, barcos, ví­as subterráneas».

El cine y el jazz

El séptimo arte hizo irrupción en el siglo XX, lo cual creó una profunda emoción en los vanguardistas. Para Cardoza, la vida era como una pelí­cula: «El Creador filma la Vida», y el más grande héroe de la historia uno de los mejores exponentes del cine: «Ante el desplante de un Chaplin, Divino polichinela, o lágrima vibrante, Alma lí­quida. Luna Park.»

Por su parte, el jazz fue la música que mejor expresó al siglo XX, a lo cual los vanguardistas tampoco eran ajenos: «Las horas muertas no tienen minutos. Epilepsias del jazz band.»

Surrealismo

Aunque Breton todaví­a pensaba en 1923 el Manifiesto Surrealista, las imágenes oní­ricas, ilógicas y atrayentes ya estaban presentes en Cardoza.

Lo inorgánico adquirí­a vida y sorprendí­a al poeta: «Pensé que el ’metro’ cansado de su vida monótona de topo, habí­ase salido a flor de tierra por vagar sin rumbo como yo.»

O, «Los veleros se han atado pañuelos blancos al cuello en las bahí­as, barcos soñolientos, fuman pipas bohemias y déjanse crecer melenas.»

De hecho, el nombre del libro, Luna Park, procede de que para el poeta el mundo se concebí­a únicamente de noche, bajo el mundo de los sueños y con el imperio de la Luna: «Por las noches en el cielo, un Dios irónico, les ofrece un reguero de dollars. ¡Oh! La triste farsa universal, Ballet russe Du méchant Dieu! Luna Park.»

He de decir que Cardoza posee libros más vanguardistas, como Malstrom, Pequeña sinfoní­a del Nuevo Mundo o Dibujos de Ciego, que vale la pena realizar un trabajo sólo de ellos, pero, pese a la juventud y a lo temprano que es Luna Park con respecto a las vanguardias, es sorprendente que Cardoza haya asimilado una estética tan universal, por lo que debe considerarse como uno de los mejores vanguardistas de la historia de la literatura.