Tan grave como la inseguridad y más generalizada es la situación económica de los guatemaltecos. El no tener trabajo e ingresos suficientes han hecho que exista una enorme migración que ha desintegrado a cientos de miles de familias con las consiguientes repercusiones en la seguridad y en la familia. Los migrantes son autosuficientes y sin ellos Guatemala estaría en un mayor nivel de pobreza y seguramente superaría a Haití.
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La creación de empleo es tan escasa en el país que de cada diez jóvenes que se incorporan año con año a la oferta laboral, ni siquiera tres logran un puesto donde perciban un salario mínimo, prestaciones y seguridad social. De cada diez laborantes, siete son autoempleo o trabajadores informales que no pueden gozar de prestaciones ni esperar en su vejez una pensión. Los cacaraqueos que el Ministro de Economía, Sergio de la Torre y el Comisionado Presidencial para la Competitividad, Juan Carlos Paiz hacen son igual que espejitos o cuencas que como los conquistadores utilizan para el engaño. La prueba de ello está evidenciada en las estadísticas nacionales sobre la materia.
Providencialmente, en Río de Janeiro, Brasil, el Papa Francisco manifestó recientemente: “He conocido el porcentaje de jóvenes sin trabajo y corremos el riesgo de tener una generación que nunca ha tenido trabajo y del trabajo sale la dignidad de la persona, de ganarse el pan». Asimismo, subrayó que el futuro no solo lo representan los jóvenes, en el otro extremo de la vida, dijo, están los ancianos que son también el futuro de los pueblos. Esto lo enfatizó al señalar que: “Un pueblo tiene futuro si van adelante esos dos puntales: con los jóvenes, con la fuerza que les lleva hacia adelante y con los ancianos, ya que ellos son la sabiduría de la vida”.
En nuestro país hay riqueza pero su concentración es cada vez mayor, quienes gozan de la misma ni desean pagar impuestos ni mucho menos hacen partícipes -a través de los salarios, bonificaciones y prestaciones-, al recurso laboral sin el cual no podríamos producir para el mercado interno y externo.
El Gobierno, especialmente ustedes señor Presidente y señora Vicepresidenta son quienes deben compensar la permanente pérdida de poder adquisitivo y el aumento en los precios de los productos alimenticios, si no lo hacen estarán condenando a más del 75% de los guatemaltecos a incrementar o permanecer en la pobreza y en la extrema pobreza.
Solo una clase media fuerte y mayoritaria puede hacer que la economía del país se dinamice, que la desnutrición decrezca porque aun cuando los programas sociales deben de existir, mejorarse e incrementarse, estas son acciones temporales, distinto a lo que es el ingreso mensual de un salario apropiado. No existe mejor administrador que las amas de casa, son ellas el principal agente de nutrición, educación y salud. Comparémonos con Chile, Perú y Colombia, corroboraremos que el nivel salarial es superior en tres o cuatro veces al nuestro; por tanto, el nivel de vida de la mayoría de la población de estos países es sustancialmente mejor.
En el sector público es poco el número de personas que gana salario mínimo, ustedes lo saben y se puede comprobar tanto en los maestros como en el Ejército o la totalidad de trabajadores del Legislativo y Judicial. En el Gobierno del que fui parte, los cuatro años consecutivos actualizamos y/o mejoramos el salario mínimo, el argumento que hacerlo causa despidos es una falacia por cuanto ningún empresario tiene más empleados que los necesarios, de lo contrario serían ineficientes.
¡Guatemala es primero!
Continuará.