Largas filas de vehículos, estruendosas bocinas y contaminación ambiental son algunas de las incomodidades que ocasiona el caos vehicular, problemática que afecta a toda la población del país que incluye a niños, niñas y adolescentes.
A juicio de Francisco Ballesteros Guzmán, arquitecto y especialista en planificación vial y transporte, el caos vehicular se ve afectado por aspectos como: el crecimiento descontrolado de la ciudad a consecuencia de las migraciones internas, la falta de planificación, capacidad vial desbordada, deficiencia del transporte urbano, y la ausencia de una adecuada definición de rutas y vías.
Diariamente las y los escolares viajan a sus respectivos centros educativos, desde muy tempranas horas, inmersos en el habitual tráfico de la ciudad; a menudo se les ve a la espera del autobús escolar o realizando largas colas para abordar el transporte urbano, o bien en el asiento trasero de los vehículos en los que se conducen con sus progenitores.
Aspectos como el anteriormente expuesto hacen que niñas, niños y adolescentes se enfrenten diariamente al congestionamiento vial, el cual repercute psicológicamente en la salud mental de infantes y adolescentes, pues llegan cansados a estudiar, explica Waleska Pérez, psicóloga clínica.
Pérez añade que el estrés que produce el caos vehicular en las y los estudiantes incide en que los mismos presenten cambios drásticos de conducta, tales como: irritabilidad, fatiga, agresividad, reacciones impulsivas y sentimientos de culpa, «se debe hacer conciencia en los niños y niñas de que los imprevistos en la carretera como: accidentes viales, manifestaciones, lluvia y otros, pueden hacer que se retrasen, pero esto no es culpa de ellos».
¿Comer o estudiar?
Ballesteros indica que con la reciente incorporación del Transmetro, las y los estudiantes se ven obligados a pagar Q1 más, pues viajan de su casa a la estación y ahí abordan este medio de transporte, cuando antes sólo un transporte los llevaba hasta su destino.
«Una familia de cinco miembros gastaba en transporte Q10 diarios, en treinta días eran Q300, el equivalente al 25 por ciento del salario mínimo, esto ahora se duplica, lo que sacrifica la canasta básica debido a que se destinan menos recursos para alimentación, salud y vivienda».
El especialista resalta que las clases más desposeídas del país, se ven obligadas a elegir entre alimentación y transporte para ir a estudiar, por lo que las y los escolares llegan mal nutridos a sus respectivos centros de estudio.
Además afirma que otro aspecto que afecta en la saturación del caos vehicular es la centralización de los establecimientos de estudio en el núcleo de la ciudad, «en la zona 1, permanece el 80 por ciento de la infraestructura escolar del país», lo que obliga a los infantes y adolescentes a madrugar más.
Por ejemplo: la reciente incorporación del Transmetro, obliga a Evelyn Recinos, una estudiante de 17 años del colegio Nahualá, a levantarse treinta minutos antes y si a esto se le suma las largas colas que realiza para abordar este medio de transporte y el estrés con el viaja porque debe llegar a tiempo para no recibir sanciones, el precio de esta nueva modalidad de transporte es muy elevado para ella.
Aprender con el estómago vacío
El bajo rendimiento está íntimamente ligado a la falta de una correcta nutrición, de acuerdo con María Teresa Sotelo, responsable de la cátedra de nutrición y salud impartida en la Facultad de Humanidades, de la Universidad Rafael Landívar, URL. El desayuno es importantísimo para infantes y adolescentes, «esta es la primera comida después de un ayuno muy prolongado», afirma, además comenta que el mismo debe de ir acompañado de una refacción saludable.
La especialista indica que la falta de alimentación sumada al estrés que produce el caos vehicular y la prisa por llegar temprano a sus centros de estudio, son elementos que intervienen directamente en el rendimiento escolar de las y los estudiantes, por lo que la dieta en escolares debe ser balanceada de acuerdo a la olla alimenticia nacional, es decir: rica en proteínas, carbohidratos y sin abusar de las grasas.
En la práctica las cosas no son tan sencillas, pues las y los alumnos rara vez comen algo antes de ir a estudiar, lo que los obliga muchas veces a sustituir el desayuno por la refacción escolar, explica Aura Morales, psicóloga y directora del colegio Villaflor. La profesional añade que a consecuencia de esto las y los estudiantes toman constantemente, durante horas de clases, medicamentos para el dolor de estómago y cabeza.
Evelyn Recinos, relata que algunas de sus amigas, han dejado de desayunar desde la incorporación del Transmetro, pues entre desayuno y el sueño, eligen el segundo. Carla Morales Castilla, estudiante de 10 años, afirma que a causa de salir rápido de su hogar, desayuna poco o mal, lo que le resta calidad de vida, pues llega a su centro de estudio, cansada y estresada.
El madrugar trae consigo una alteración del ciclo biológico del sueño, por ello es común encontrar a niños, niñas y adolescentes, semidormidos durante las clases, explica Morales.
El caos vial, también afecta las relaciones intrafamiliares, pues se suma a la sobrecarga de tareas asignadas para el hogar, lo que impide que hijos y progenitores tengan tiempo para convivir e interactuar en familia, asegura Pérez.
Niños, niñas y adolescentes, se ven afectados diariamente por el tráfico que genera una urbe desorganizada, con un transporte urbano deficiente y con proyectos disfuncionales que afectan directamente la salud mental y física de los estudiantes, así como en su rendimiento académico, relaciones familiares y sociales.
Así las cosas, lo que resta es pedir a las autoridades municipales buscar una solución rápida para que los servicios de transporte y el tráfico vehicular mejoren.