Cansados de ver fracasar tanta política pública


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En nuestro país es usual hacer “chinche” el dinero que no les cuesta, especialmente cuando vemos la despreocupada actitud de funcionarios del Gobierno de turno para iniciar o finalizar actividades antes publicitadas como la solución ideal para resolver una necesidad o para cubrir una carencia urgente de nuestra sociedad. Sin ir tan lejos, no hemos olvidado los discursos de Portillo hablando bellezas de su distribución de fertilizantes y no pasó mucho tiempo para reconocerse que fue otra fracasada política pública basada en el clientelismo. ¿Y qué decir del escándalo de FONAPAZ, institución creada para resolver cuanta necesidad había en las poblaciones de escasos recursos?

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


¡Dios mío! Los presidentes se han tomado miles de fotografías entregando alimentos por doquier queriendo demostrar que esa es la forma ideal para saciar el hambre de nuestra millonaria población desamparada, ¿y a dónde fueron a parar las inversiones millonarias que salieron de las contribuciones del mismo pueblo trabajador pagando el IVA con la adquisición de su escuálida canasta familiar? ¿Acaso no han aumentado las muertes por desnutrición en nuestro país? Por lo anterior, sería terrible para nuestro pueblo si volviéramos a creer en tanto politiquero de la misma estirpe que desde ahora, en adelantada campaña electoral, están ofreciendo decretar un solo impuesto, sabiendo que ya en el ejercicio del poder pudiera llegar hasta o más del 40 por ciento de sus ingresos.

¿Pero se habrá preguntado el estimado lector la causa de tanto fracaso? Unos dirán que es consecuencia de la politiquería y otros a la falta de preparación de los líderes y de sus colaboradores. De mi parte, comparto el criterio de los dos grupos. Lo primero, porque ha quedado visto y demostrado que el pueblo es capaz de tropezar dos y hasta más veces con la misma piedra y lo segundo, porque quienes las implementan no tienen ni la más lejana idea que para que una política pública proporcione resultados positivos, al menos debiera contener una clara y puntual definición de los objetivos que se persiguen.

Para ello hay que identificar sin lugar a dudas las aspiraciones, las necesidades, los gustos y deseos de la comunidad por un período de tiempo determinado; establecer los estados de resultados que deberían alcanzarse para satisfacer lo anterior y finalmente, obtener el compromiso de la mayoría de los miembros de la comunidad que permita lograr los resultados que se persiguen y, si en dado caso las condiciones fueran contraproducentes al bien común de la sociedad, se debieran abandonar, al menos temporalmente, para revisar las proposiciones y objetivos de la política a instaurar. Podrán notar que los tres factores anteriores dan lugar a una secuencia donde en cada etapa se miden, se modifican o se acomodan con precisión los objetivos que se persiguen en cada política pública, previéndose alcanzar tantos rotundos fracasos que a todos nos constan a través del tiempo.