Candil de la calle…


Corre el riesgo el presidente Colom de convertirse en candil de la calle y oscuridad de su casa si cree que la aureola de socialdemócrata que tantas puertas le ha abierto hasta hoy será suficiente. Con el tiempo, adentro y afuera se evaluará su gestión no sólo por la forma en que se presenta, en el marco ideológico, sino por sus logros efectivos y hay que ver que en las condiciones actuales marcadas por una recesión económica que se hace cada dí­a más fuerte, se reduce la capacidad de maniobra del régimen.


Por ello pensamos que el Gobierno tendrá que iniciar cuanto antes acciones que vayan dirigidas a corregir problemas que ciertamente son ancestrales, pero que no podemos seguir arrastrando eternamente como ocurre en la actualidad. Es absolutamente necesario que iniciemos un programa que tienda a ofrecerle a los guatemaltecos más pobres iguales oportunidades para alcanzar una vida digna como la que gozan los que tienen privilegios que les han abierto las puertas a la posibilidad de soñar.

El discurso socialdemócrata en una sociedad con las caracterí­sticas de la nuestra tiene que ser aplaudido aun por los más conservadores del mundo, léase el mismo señor Bush. Porque harí­a falta ser totalmente ciego y absolutamente torpe para no entender que las inequidades que ofrece nuestra realidad social tienen que ser combatidas con eficiencia para que el Estado se convierta, como debe ser, en el facilitador de la gestión privada para impulsar programas que permitan el desarrollo humano en su más amplia acepción.

La simple lectura, sin mayor análisis e interpretación, de los informes de desarrollo humano que ofrece el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo anualmente nos permite ver que vamos mal, que somos el paí­s con menor desarrollo en la América continental y que no hemos avanzado absolutamente nada en las metas del milenio. Pero si uno se adentra un poco en el tema y se da cuenta que los indicadores de la ONU son tomando en cuenta que en Guatemala coexisten habitantes que gozan de las comodidades del primer mundo y los que están en extrema pobreza, el promedio tan bajo que es el que se ofrece en el reporte final resulta en verdad dramático y ofensivo para la sensibilidad de cualquier ser humano.

Instamos al Presidente a entender que los aplausos que hoy recibe son por sus discursos y serán vanos si no lo apuntalan para avanzar en los hechos con firmeza y determinación en búsqueda del beneficio para los habitantes del paí­s.