Los candidatos presidenciales que participaron en la actividad de la Conferencia Episcopal de Guatemala, para que respondieran a preguntas que razonablemente no es posible contestar con un “sí†o con un “no†–o lacónicamente– porque los asuntos abordados son para debatirlos sensatamente y no para ganar el favor de los obispos de una religión o el voto de los electores.
Me refiero al Foro por la Vida y la Educación, cuyo nombre implicaría un severo, amplio, profundo y objetivo análisis a causa de los temas tan controversiales que, en otros países, se han intentado dilucidar desde la perspectiva de la ciencia y a la luz de la moral y la religión, sin que, en la mayoría de los casos, la controversia en torno al aborto, los métodos anticonceptivos y las preferencias sexuales hayan arribado siempre a conclusiones consensuadas y ecuánimes.
Pero en Guatemala, en plena etapa de proselitismo electoral, esos políticos, la mayoría sin ninguna formación científica al respecto y con nula ilustración bíblica –excepto el expastor Harold Caballeros y en menor medida doña Patricia de Arzú–, no vacilaron en responder categóricamente a las preguntas de los obispos, expresando pobres y parcos criterios para endulzar los oídos de sus interlocutores, sin sonrojarse al proceder como vulgares lambiscones, por no decir con descarada hipocresía, poniendo de relieve que su ignorancia en los temas supera a su dudosa honestidad.
Para intentar ilustrar mejor mis sospechas, citaré peguntas de casos hipotéticos a fin de que el lector (católico o evangélico, agnóstico o ateo) obtenga sus propias opiniones: ¿Usted, candidato presidencial, qué haría si su hija adolescente se presenta a su casa con las ropas rasgadas y el cuerpo golpeado porque fue agredida y violada por perversos pandilleros drogadictos? Además de pedir auxilio de las autoridades y conducir de inmediato a su hija a un sanatorio privado ¿estaría de acuerdo que los médicos le apliquen procedimientos para que no quede preñada y evitar enfermedades infectocontagiosas y VH/sida; y que, si así fuere el caso, le suministren la píldora del día siguiente para interrumpir el embarazado no deseado? ¿O dejaría que su hija quede encinta con las previsibles consecuencias?
Otras preguntas para usted, púdico candidato, ¿Jamás en su vida tuvo una fugaz aventura de una noche y en medio de la nebulosa alcohólica utilizó un condón para evitar que le trasmitieran una penosa enfermedad? ¿O lo ha usado con su propia esposa para no engendrar más hijos? ¿Está enterado de que la mayoría de los abusos sexuales contra menores son cometidos por cercanos familiares varones de las víctimas? ¿Sabe cuántas mujeres jóvenes mueren al abortar en “clínicas†fantasmas?
El espacio no da para más preguntas, pudoroso político que no miente, no engaña ni es corrupto, y que hizo del foro una farsa al no hablar con su verdad, si la supiera.
(En su noche de bodas, Romualdo Tishudo le pregunta a la desposada Roxana: –¿Aún sos virgen, mi amor? La ardiente chica repone: –¡¿Cómo se te ocurre hablar de religión en estos momentos?!).