Candidatos se enfocan en regiones de más votantes


Dilma Rousseff (C), candidata oficialista de Brasil, está en la última semana previo al balotaje, en el cual se perfila con una ligera ventaja. FOTO LA HORA: AFP Mauricio LIMA

En la recta final de las elecciones nacionales, los candidatos a la Presidencia de Brasil concentran sus energí­as en las regiones que pueden sumarle más votos, mientras intentarán captar el gran caudal de indecisos en un nuevo debate esta noche


En la última semana de campaña para el 31 de octubre, la oficialista Dilma Rousseff y el socialdemócrata José Serra deben enfocarse en 56 millones de electores en los mayores colegios electorales del paí­s: Sao Paulo, Minas Gerais y Rio de Janeiro.

Así­, mientras el domingo ambos recorrieron las calles de la capital carioca, este lunes tienen agenda prevista en Sao Paulo. Rousseff, de 62 años, debe reunirse con los presidentes de las agrupaciones aliadas al Partido de los Trabajadores (PT), y Serra, de 68 años, debe participar de una reunión en la Academia Brasileña de Ciencias, según sus respectivas agendas.

A su vez, Rousseff y Serra se volverán a ver las caras la noche de este lunes en el penúltimo debate de la segunda vuelta, en el canal Record a las 01H00 GMT.

Según los coordinadores de campaña citados por el diario Folha de Sao Paulo, la estrategia de los candidatos en este nuevo encuentro será confrontar las ideas propuestas, y no tanto entrar en los temas espinosos que estuvieron marcando el paso en las últimas semanas, como el aborto y la religión.

Así­, Rousseff debe profundizar en los puntos débiles de Serra mientras estuvo a la cabeza del Estado de Sao Paulo, cuestionar promesas como el aumento del salario mí­nimo o colocar dos profesores en las aulas del primer año escolar.

La delfina del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que centra su discurso en reiterar los logros del gobierno del que fue parte, debe volver a insistir en el tema de la privatización de empresas estatales que ya fue tratado en el debate anterior.

Por el lado del candidato socialdemócrata, la idea de su sector es que enfatice en propuestas sociales para atraer al electorado proveniente de los sectores socioeconómicos de menores recursos, predominantemente volcado al oficialismo.

«Esta campaña declinó de la polí­tica, presentando un escenario ocupado por un único actor, el gobierno y sus acciones», estimó el politólogo Luiz Werneck Vianna, en su columna del diario económico Valor, al subrayar que los candidatos aún carecen de programas polí­ticos y han dejado fuera de las discusiones temas importantes como la reforma agraria, el medio ambiente y el futuro de la industria ante la valorización del real.

Los dos candidatos tienen apenas cuatro dí­as de actos de campaña y dos debates televisivos para conquistar el voto del 6% de los electores que todaví­a se dicen indecisos.

Según las últimas encuestas, la ex ministra jefe del gobierno de Lula cuenta con un 50% de la intención de voto, sobre 40% del ex gobernador de Sao Palo.

Otra preocupación para el domingo serí­a el posible alto volumen de abstención, ya que la elección coincide con el feriado prolongado del 2 de noviembre.

Más de 135 millones de brasileños son convocados nuevamente a las urnas para elegir al sucesor del popular presidente Lula el 31 de octubre.

DESAFíOS Inversiones millonarias


Brasil, efervescente mercado de consumo con enorme potencial y altas tasas de interés, atrae un multimillonario flujo de inversiones productivas y especulativas, que plantearán al próximo presidente el desafí­o de mantener la estabilidad de la moneda local.

Según datos oficiales, el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva acabará el primero de enero, tras ocho años de sostener las riendas de la primera economí­a latinoamericana, con 29 millones de personas que dejaron la pobreza para integrarse a la clase media de este paí­s de 190 millones de habitantes.

Los niveles de desempleo son históricamente bajos (6,7% de la población económicamente activa en zonas urbanas, 1,5 millones de personas), el Producto Interno Bruto tendrá una expansión estimada de 7,5% este año y la inflación está bajo control.

Y si el optimismo de los consumidores alcanza niveles récord, no menos impactante es la avidez de los inversionistas extranjeros por el mercado brasileño.

En la bolsa de valores de Sao Paulo, el volumen medio diario negociado viene creciendo sostenidamente desde julio desde unos 3.000 a 5.000 millones de dólares en octubre, y del total de inversionistas, 28,7% son extranjeros.

En los primeros 24 dí­as de setiembre, la economí­a brasileña registró el ingreso neto de 14.456 millones de dólares (sin considerar la balanza comercial).

Las cifras no incluyen el balance de la exitosa capitalización de la estatal petrolera Petrobras, que captó más de 71 mil millones de dólares en los mercados locales y neoyorquino, aunque buena parte vinieron del Estado brasileño.

Y la cereza de la torta: en 2010, la inversión extranjera directa, la que queda en el paí­s para emprendimientos productivos, rondará los 30.000 millones de dólares, y saltará a 45.000 en 2011, según datos del Banco Central (BC).

El panorama se presenta más que alentador para el próximo presidente, que los brasileños elegirán el domingo entre la oficialista Dilma Rousseff y el socialdemócrata José Serra.

Sin embargo, el apetito por lo brasileño tiene una contracara que preocupa a autoridades y empresarios.

El masivo ingreso de divisas está empujando el real hacia arriba y aplastando en el mercado local la cotización del dólar, que a niveles de 1,65 por billete verde, amenaza la competitividad de la producción local en un contexto de inestabilidad en los mercados internacionales.

En los primeros ocho meses del año, Brasil tuvo un superávit comercial de 11.673 millones de dólares, pero la cifra es 41,6% menor a la de igual perí­odo de 2009.

«No podemos dejar que el cambio se diluya más», advirtió el presidente de la poderosa Federación de Industrias del Estados de Sao Paulo (Fiesp), Benjamin Steinbruch.

El gobierno parece haber oí­do el clamor de industriales y exportadores, y adopta medidas para intentar contener el avance de la moneda.

El BC compra dólares cotidianamente en el mercado; el Fondo Soberano nacional tiene autorización para colocaciones sin lí­mite establecido en dólares; los impuestos al ingreso de capital extranjero para renta fija fueron aumentados dos veces en el último mes.

Pero el real sigue hacia arriba y en 2010 lleva ganado 3,56%, que se suma al 32,7% de 2009, para totalizar 112,13% de valorización desde que Lula asumió el poder en 2003.

El presidente puso sobre los hombros del G20, el grupo de paí­ses emergentes y desarrollados que tendrá su próxima cumbre en noviembre en Seúl, la responsabilidad de solucionar lo que su ministro de economí­a, Guido Mantega, definió como una «guerra de divisas» en el planeta.

«Todo el mundo está percibiendo que existe una guerra cambiaria y que precisamos en el G20 discutir y dar una solución definitiva para eso», dijo Lula.

El presidente y su ministro afirman que seguirán tomando medidas; pero los analistas no se muestran convencidos para el corto plazo.

Algunos piden un recorte en el gasto público y acciones al BC que desestimulen el ingreso de divisas atraí­das por las altas tasas en Brasil (la de interés de referencia, Selic, está en 10,75% al año, es una de las más altas del mundo y fue mantenida sin cambios la semana pasada).

«El cambio es una variable de ajuste, y se deberí­a estar afectando tanto en la polí­tica fiscal como en la polí­tica monetaria para crear algún tipo de alteración en el dólar. Y eso no creo que sea hecho ni siquiera por el próximo gobierno, es difí­cil conciliar el cambio -en un nivel adecuado- y crecimiento económico», estimó el economista André Perfecto en un análisis de su consultora Gradual Investimentos.

Los dos postulantes a la Presidencia, insertos en una campaña que apela mucho más a lo emocional que a lo concreto que tienen las propuestas, han dicho poco sobre sus planes para abordar el problema. Solo el socialdemócrata Serra, respaldado por sectores industriales, se queja de las tasas de interés. Pero hasta ahí­ llega el tratamiento del tema en campaña.

Mientras tanto, el buque brasileño navega tranquilo en aguas turbias, y habrá que esperar a enero para saber cómo el nuevo capitán planea mantener el rumbo.