Candidatos cometen una pifia tras otra


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Newt Gingrich no sabí­a en qué fecha asumirí­a en caso de conquistar la presidencia. Rick Perry la pifió con la edad mí­nima para votar y con el dí­a de las elecciones. Herman Cain no sabí­a que un presidente no sanciona enmiendas a la constitución.

Por PHILIP ELLIOTT GREENVILLE / Agencia AP

Los candidatos republicanos a la presidencia están ofreciendo todo tipo de ejemplos de lo que Gingrich describió como «un problema con los hechos». Aludí­a a un rival, pero él también tiene ese problema.

Las campañas son prolongadas y pesadas, los candidatos sufren de fatiga y es normal que de vez en cuando metan la pata. Pero las pifias se están apilando y puede llegar el momento en el que los votantes republicanos se pregunten si sus candidatos están en condiciones de medirse con un polí­tico tan pulido como Barack Obama.

Una de las que más errores comete es Michele Bachmann, quien hace algún tiempo dijo que las batallas de la revolución de Lexington y Concord tuvieron lugar en Nueva Hampshire, cuando en realidad se produjeron en Massachusetts en 1775.

Esta semana se salió con que apoyarí­a el cierre de la embajada de Estados Unidos en Teherán, ignorando el hecho de que Estados Unidos no tiene embajada en la capital iraní­.

Cain, por su parte, promovió el sistema de pensiones de Chile, diciendo que le da a los trabajadores la opción de tener cuentas privadas, cuando en realidad no existe esa opción. Mitt Romney acusó a Obama de incurrir en «grandes gastos en tiempos de paz», olvidándose de las intervenciones militares de Estados Unidos en Irak, Afganistán y Libia. Bachman acusó a su vez al presidente demócrata de cancelar la construcción de un gaseoducto a Canadá, cuando el proyecto solo se postergó.

Esta semana, Gingrich declaró a la prensa que tomarí­a determinadas medidas al asumir la presidencia el 21 de enero del 2013. La ceremonia, sin embargo, serí­a el 20.

Su portavoz R.C. Hammond explicó que el 20 cae un domingo y que seguramente la ceremonia será trasladada al lunes 21, como ocurrió cuando Ronald Reagan asumió en 1985. Hoy por hoy, no obstante, la fecha es el 20.

Un dí­a antes, Rick Perry pidió el apoyo de todas las personas de al menos 21 años en Nueva Hampshire, pese a que la edad para votar es de 18. También aludió a la primaria del 12 de noviembre en ese estado, donde la votación –que será la primera elección interna de los republicanos– tendrá lugar el 10 de enero. Las elecciones generales serán el 6 de noviembre del 2012.

Cain dijo que apoyarí­a una enmienda a la Constitución que prohibiese los abortos.

«Si conseguimos el apoyo necesario y me la traen a mi escritorio, la firmo», declaró a la Christian Broadcasting Network.

Excepto que los presidentes no sancionan enmiendas. El Congreso las aprueba y los estados las ratifican.

No todos los errores tienen el mismo impacto, según Eric Dezenhall, quien colaboró con el gobierno de Reagan y ahora ofrece asesorí­a de todo tipo, a estrellas de Hollywood y empresarios por igual.

«El factor clave es si la ‘gaffe’ confirma prejuicios que ya existí­an», manifestó.

«Cuando Perry dice que la edad para votar es 21 años, confirma la sospecha ya existente de que no sabe cosas básicas», indicó. «(Pero) Cuando Newt u Obama dicen algo equivocado, no tiene tanto impacto porque todos saben que son tipos inteligentes».

El propio Obama comete de vez en cuando alguna pifia. En la campaña del 2008, por ejemplo, dijo que habí­a visitado 57 estados, cuando Estados Unidos tiene solo 50.

«Las pifias tienen impacto cuando alimentan percepciones sobre un candidato», dijo Doug Hattaway, quien asesoró a Hillary Rodham Clinton en su campaña presidencial del 2008.

«Gingrich no es un tipo que meta la pata. Se sabe que es un arrogante y que hace declaraciones medio descabelladas, pero no juega con los hechos. Por eso cuando comete un error es más difí­cil que lo perjudique», sostuvo.

Hattaway agregó que a algunos votantes tal vez no les importe demasiado que un candidato se apegue a los hechos.

«El mejor ejemplo es George W. Bush (hijo), quien no podrí­a aprobar un examen básico de cuestiones cí­vicas incluso si su vide dependiese de ello. Pero en la polí­tica hay una inteligencia emocional que es tan importante como el conocimiento de los hechos», manifestó.