Campaña electoral norteamericana en etapa crucial


Oscar-Clemente-Marroquin

A prácticamente un mes de la elección presidencial en Estados Unidos, esta noche se enfrentan en el primer debate los candidatos Barack Obama, Presidente en ejercicio, y el aspirante republicano Mitt Romney, con lo que la campaña entra en su etapa decisiva. Esta noche se verá, sin duda alguna, la enorme polarización ideológica que hay actualmente por la radicalización que ha significado el surgimiento de un nuevo molde de conservadurismo arropado por el Tea Party, que lanza sapos y culebras contra el papel del Estado, tanto así que el bloqueo de la agenda legislativa en Washington se parece al que mantienen por otras razones los diputados guatemaltecos.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


En efecto, la barrera ideológica ha cobrado tanta importancia que prácticamente no hay tema en el que se pueda buscar un acuerdo razonable en el que se antepongan los intereses del país y de sus habitantes al dogma ideológico que funciona como candado para la posibilidad de algún consenso. Hoy en día el tema económico tiene enorme importancia por la crisis que en los últimos cinco años ha agobiado no sólo a los norteamericanos sino al mundo entero, pero ni los republicanos ni sus seguidores entienden la dimensión del mayor colapso financiero de la historia y sus graves consecuencias que no se pueden superar en cuatro años.
 
 Obama tiene en esta ocasión una importante ventaja que le ofrece la torpeza de Romney que demuestra una ignorancia tremenda, tanta que hace recordar aquella sarcástica expresión de Tuna Skinner Kleé sobre uno de nuestros políticos más exitosos, de quien dijo que poseía una ignorancia enciclopédica porque abarcaba todos los ámbitos del saber humano. Sin embargo, en los debates no se puede esperar una clara y notable diferencia en las exposiciones porque los dos candidatos llegan debidamente entrenados para dar las respuestas correctas y la temática de las preguntas resulta demasiado obvia como para que alguien sea pillado por sorpresa.
 
 En las últimas décadas los republicanos demostraron una gran habilidad para destruir a sus rivales con campañas negativas de las cuales fueron víctimas Al Gore, John Kerry y el mismo Obama. Esta ha sido la primera vez en que los demócratas recurren a las mismas prácticas y ha sido una auténtica competencia para ver quién tiene más ingenio destructor y cuál de las campañas es más negra que la otra. La reacción demócrata ha sorprendido a los republicanos que no estaban preparados para tomarse alguna dosis de su propia medicina y sin duda estamos viviendo la campaña más negativa de toda la historia, pero el electorado aparentemente está disfrutando ese tipo de negativismo político porque ninguno de los dos contendientes da muestras de necesitar un ajuste en su línea de campaña.
 
 Pienso que si alguno de los candidatos aprovecha los debates para abordar el tema del bloqueo político que hay actualmente en Washington y hace propuestas serias sobre cómo puede revertirse la situación, daría un paso importantísimo porque la gente está harta del estancamiento que hay en temas como el presupuesto, la reducción del déficit, los impuestos, el tema de salud y la cuestión migratoria. Todos esos asuntos requieren compromiso de los partidos políticos en el Congreso para buscar soluciones serias, pero los republicanos dijeron hace dos años que su único propósito sería el de sacar a Obama de la Presidencia y todo lo que han hecho y dicho ha sido con esa obsesión fija en sus mentes.
 
 Superada la elección, Obama dejará de ser el objetivo y no tendrían más remedio que convertirse en propositivos para ganar espacios de cara al siguiente proceso, pero el tono de estos últimos días de campaña será una marca muy fuerte para lo que puedan hacer en los siguientes cuatro años.
 
 Creo que Obama tiene importante ventaja, pero también desconfío de un electorado que tiene cortísima memoria.