Campamentos sin derecho



El campamento de refugiados palestinos de Nahr al Bared, en el norte de Lí­bano, alrededor del cual continuaban los combates entre el ejército y los islamistas del Fatah al Islam, escapa al igual que los otros 11 campos del paí­s al control de las autoridades.

Según la ONU, unos 400 mil palestinos viven en Lí­bano, y aproximadamente la mitad de ellos se encuentra hacinada, en condiciones miserables, en los 12 campamentos que con el transcurso de los años se convirtieron en verdaderas ciudades de viviendas preconstruidas. Estos palestinos se instalaron en Lí­bano después de la creación del Estado de Israel, en 1948.

No obstante, según estimaciones concordantes, en Lí­bano sólo viven actualmente entre 200 mil y 250 mil refugiados, debido a una emigración masiva a partir de los años 80.

En la actualidad, la supervivencia de los refugiados depende fundamentalmente de la ayuda suministrada por la agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), los enví­os regulares de dinero de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la ayuda de los islamistas del Hamas.

Pero el UNRWA redujo su presupuesto en los últimos años, desencadenando enérgicas crí­ticas en los campamentos.

En un contexto de miseria social –60% de sus habitantes viven bajo el lí­mite de la propiedad– los campamentos, dédalos de callejuelas insalubres y construcciones anárquicas, se han convertido en un terreno fértil para el extremismo islamista.

A fines de 2006, los dirigentes palestinos en Lí­bano anunciaron que el Fatah al Islam, vinculado a Al Qaida, habí­a infiltrado en el paí­s a 150 combatientes árabes llegados de Irak, y que éstos se habí­an instalado en Nahr al Bared.

Las informaciones sobre la llegada al territorio libanés de grupos extremistas sunitas coincidieron con el incremento de la tensión, sobre todo alrededor de Nahr al Bared, así­ como en Ain Heloué, el mayor campamento palestino en Lí­bano, situado en Saida, en el sur.

Los campamentos, vigilados hasta entonces por puestos policiales, se encontraron a partir de 1968 bajo el control de la guerrilla palestina.

La OLP se convirtió oficialmente en dueña y señora de estas áreas después de la firma del acuerdo de El Cairo en 1969, que convertí­a a la central palestina en «un Estado dentro del Estado», al prohibir el ingreso del ejército libanés a los campamentos.

A pesar de la abrogación del acuerdo en 1987, actualmente los soldados libaneses sólo se encuentran en los lí­mites de los campamentos, controlados por las organizaciones polí­tico-militares, y sobre todo por el Fatah, que condenó las infiltraciones de combatientes islamistas.

Después del comienzo de la guerra de Lí­bano (1975-1990), los campamentos extendieron su superficie para hacer frente a la explosión demográfica. Pero la invasión israelí­ de 1982 obligó a la OLP a abandonar Beirut.

Después de la partida en 1983 y en 1984 de los combatientes de la OLP de la llanura oriental de la Bekaa y del norte de Lí­bano, presionados por el ejército sirio, los campamentos son estrechamente controlados por los palestinos pro sirios.

Un año después del fin de la guerra, en 1991, el ejército libanés se desplegó alrededor de los campamentos palestinos, pero sin entrar en ellos.