Ayer en la convención del partido Demócrata de los Estados Unidos, la figura estelar fue Bill Clinton, expresidente con enormes dotes de comunicador, quien tuvo a su cargo la nominación ante los delegados del presidente Obama como candidato para las elecciones de noviembre. Pero indudablemente más que nominarlo, lo que hizo fue ponderar la presidencia de Barack Obama, a la luz de los constantes ataques que recibe de la contraparte republicana que ha demonizado la figura del mandatario norteamericano.
Con datos, cifras y detalles históricos, Clinton explicó la situación del país en algo que hasta podríamos calificar como “Campaigning for dummies” en alusión a muchos manuales que ahora se producen y venden en librerías de Estados Unidos. Lo fundamental fue explicar que nunca, ni siquiera con la Gran Depresión, se había vivido una crisis económica como la que reventó mundialmente meses antes de la elección de Obama.
Eso significa que el actual Presidente recibió un país maltrecho y una economía colapsada que solo algunos republicanos ignorantes pueden suponer que se podía reparar al ciento por ciento en menos de cuatro años. Una crisis de esa magnitud y dimensiones requiere de enormes sacrificios y de grandes medidas que toman tiempo para producir resultados, pero lo importante según Clinton, es que se salió del hoyo y que las condiciones van mejorando. Ciertamente ni él ni el pueblo, ni mucho menos el presidente Obama, están satisfechos con lo que hoy tienen, pero indudablemente que es lo mejor que se pudo lograr.
Y otro punto crucial del discurso de Clinton fue informar al pueblo norteamericano que hace dos años los republicanos se hicieron con mayoría absoluta en la Cámara de Representantes y en vez de ponerse a trabajar desde ese día para generar empleo a los norteamericanos, dijeron y se comprometieron a quitarle el empleo a Obama y esa ha sido su única preocupación a lo largo de dos años en los que han boicoteado y torpedeado cualquier iniciativa del Presidente porque lo que les importa no es que el país salga del atolladero, sino que el Presidente quede mal y no logre ser reelecto.
Los pueblos en general tienen muy escasa memoria y hoy, cuando se ve el precio de los combustibles o el índice de desempleo, es más fácil ver la cara de Obama que recordarse de Bush, el presidente que metió al país en dos guerras, elevó el déficit para romper el equilibrio que había alcanzado Clinton, y que vio explotar la burbuja de una economía especulativa. Clinton marcó un alto en el camino para recordar que la crisis no la desató Obama sino que le ha tocado a él lidiar con el mayor descalabro económico que registre la historia.
Minutero:
Si no se olvida la historia
y se buscan responsables
se hace que los culpables
carguen con toda su escoria