«Me gustan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura, para la boca del pobre que come con amargura.»
Violeta Parra.
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Esta semana se conmemoró el 85 aniversario de la fundación de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) de la Usac, una institución que durante los últimos años ha tomado un rumbo completamente ajeno a los intereses de la población estudiantil y del pueblo guatemalteco.
El movimiento de estudiantes nació como una medida de resistencia ante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera durante la segunda década del siglo pasado. El 22 de mayo de 1920, luego de haber sido derrocada la dictadura, se conformó la AEU.
Sin duda alguna, la Autonomía Universitaria lograda con la Revolución de Octubre de 1944, fue un impulso importante para el movimiento estudiantil.
Con la intervención de EE.UU. y la vuelta al poder de los intereses tradicionales que implementaron las políticas liberales y las estrategias militares represivas, los estudiantes de la USAC estuvieron verdaderamente comprometidos con los intereses populares.
Sin embargo, diez años después de la firma de los Acuerdos de Paz la situación del país es la misma y la AEU es otra.
Lo que en otros tiempos sirvió como un refugio para los perseguidos, un apoyo para los cansados y una instrucción para los indecisos, hoy es una cueva de rufianes que destruye un espacio crucial para la construcción democrática del país.
El plan de silencio que nos impide hablar de política tuvo buenos resultados para los actuales dirigentes estudiantiles, quienes ganaron las últimas elecciones a través de un fraude, en donde impidieron cualquier competidor y la papeleta de votación ridículamente tenía un sólo candidato: los oficiales.
El grupo Pro Reforma, integrado por los círculos más conservadores de la derecha, impulsa una reforma a la Carta Magna. Uno de sus principales objetivos es romper con la participación de la Usac a través de la supresión de la autonomía y evitar la incidencia de la academia en la agenda económica, política y social del país.
No obstante la situación, la Usac y el pueblo de Guatemala tienen mucho que perder. Además de los conocimientos académicos la población estudiantil debe recibir una formación ciudadana que la comprometa con la problemática nacional.
Para el actual sistema capitalista, individualista, competitivo y deshumanizante, el silencio y la indiferencia son sus mejores herramientas. Los actuales dirigentes de la AEU, carentes de cualquier iniciativa a la altura de la Usac, son el resultado de la represión que cortó las principales cabezas del movimiento social.
Algunas asociaciones de estudiantes de diferentes escuelas como las de Ciencias Políticas, Historia y Trabajo Social han iniciado el rescate de la institución. Nuevos vientos soplan sobre el campus, esos que nos dicen que a través del movimiento estudiantil otro mundo es posible.