Ahora no solamente es reconocido que el cambio climático es una realidad ineludible sino también el tema es abordado por una infinidad de escritores, periodistas y de personas individuales que expresan constantemente su preocupación por el desafío presente y futuro que conllevan los cambios climáticos que ya hemos empezado a experimentar en las diferentes regiones geográficas de la Tierra.
Me atrevería a decir que esta preocupación ya es generalizada, ahora la pregunta que me hago a mí mismo es, cómo pasar de una etapa de preocupación a una de acción, en el sentido propositivo y no solamente de protesta.
En los últimos 25 años multitud de organizaciones ambientalistas que de una u otra manera conforman lo que hemos denominado como movimiento ambientalista, han generado protestas que han tenido diferentes grados de impacto en el ámbito socio-político de los diferentes países del mundo. En los inicios de este movimiento, el impacto del accionar de estas organizaciones incidió en la legislación favorable a la protección ambiental en casi todos los países industrializados. Es una gran herencia la que nos dejó ese movimiento, sin embargo en estos momentos esa legislación protectora del ambiente y de la ecología de los países se ha estancando o retrocedido debido a las políticas adoptadas por algunos gobiernos que consideran lo ambiental y ecológico como una conspiración en contra del progreso, la economía y el desarrollo de las naciones. Estas políticas están basadas en razonamientos ideologizados, inflexibles, estáticos y que no tienen futuro promisorio para la humanidad. También un porcentaje grande de las organizaciones ambientalistas se han quedado estancadas, perdiendo momento, sufriendo de parálisis. Hay otras que se han ido renovando hasta llegar a convertirse en proponentes en la aplicación de nuevas tecnologías ambientales, como de transformaciones socio-económicas coherentes con dichos cambios tecnológicos. Las acciones que los seres humanos tenemos que promover para garantizar la vida de las nuevas generaciones, preservar la tierra y fauna del planeta no son únicamente tecnológicas, necesitamos tener la habilidad de poder iniciar procesos de regeneración de nuestras sociedades, economías y hacer que todas las instituciones democráticas tengan valor y sentido para todos los seres que habitamos las diferentes geografías de este planeta.
Es evidente que como humanidad nos encontramos en un impasse; podríamos decir que estamos atados y que la cuerda que nos amordaza se le hizo un nudo que tenemos que romper para seguir caminando y encontrar los diferentes caminos que nos llevarán a la creación de un lugar más estable, descontaminado y justo para vivir. Uno de los primeros pasos que tenemos que dar para comenzar a romper el nudo de la cuerda, es la iniciación de diálogos, conversaciones, discusiones, debates que nos lleven a la cima de nuevos consensos entre los seres humanos. Estos consensos nos ayudarán a crear ambientes propicios para la participación ciudadana, catalizar la creatividad humana en el manejo adecuado de los recursos naturales, tanto renovables como no renovables. Esto mismo, nos ayudará a dinamizar y regenerar las instituciones democráticas que nos darán la confianza para participar en los procesos políticos necesarios para transformar en forma sostenida nuestras sociedades, economías, industrias, sistemas financieros y bancarios.
Como podremos ver, la complejidad de la problemática ambiental-ecológica actual requiere en primer lugar de la participación ciudadana. En segundo lugar se necesita una serie de acciones consensuadas que provean estrategias dirigidas a solventar los problemas en forma de procesos consecutivos. En tercer lugar la consecución de un liderazgo nuevo capaz de armonizar y dirigir procesos equilibrados para poder hacer transformaciones socio-económicas necesarias y correspondientes a estos momentos en que estamos llegando a un punto álgido y crucial para la humanidad. Cuarto, invertir con sabiduría los recursos estatales en el mejoramiento de la educación, investigación, aplicación y transferencia de la tecnología ambiental. Quinto, incentivar a la ciudadanía para que cambie de hábitos y comportamiento con relación al ambiente y ecología de sus localidades. Sexto, que se apoye e incentive a la actividad empresarial ya que ésta también tiene que transformarse, para poder operar en realidades nuevas que requieren de compromisos sociales, ya que de otra manera es difícil conseguir la sostenibilidad. El estímulo a las empresas también tiene que ir con el propósito de mejorar procesos productivos, haciéndolos más eficientes en cuanto al uso de energía. Contribuir en lo que sea posible a que haya diversificación empresarial tomando en cuenta las nuevas realidades y exigencias para la subsistencia. Las soluciones no pueden ir o venir de una sola dirección, como ya lo vemos, la situación compleja requiere de métodos y procesos diversos como de cooperación mutua.