Calma en norte del Lí­bano


Conflicto. Anoche se reportaron nuevos enfrentamientos en el campo de refugiados palestinos de Lí­bano.

El ejército libanés mantení­a hoy su cerco en torno al campamento de refugiados palestinos de Nahr al Bared, en el norte del Lí­bano, donde una calma en los combates con los islamistas del Fatah al Islam podrí­a permitir la entrada de un convoy humanitario.


El ejército bombardeó de nuevo durante la pasada noche las posiciones de los islamistas, cercados desde hace 17 dí­as, para intentar obligarlos a rendirse.

El ejército «prosigue sus operaciones que sólo se detendrán con la rendición de los terroristas (…) el comandante en jefe del ejército, general Michel Sleimane, no ha fijado término alguno para la duración de estas operaciones», declaró el lunes en la noche el ministro de Información Ghazi Aridi, en momentos en que un atentado en Beirut causaba diez heridos.

El atentado se produjo en Sed al Bauchrieh, un barrio cristiano del este de la capital libanesa. La bomba estaba colocada bajo un autobús estacionado en una carretera de bastante tráfico.

Aridi relacionó este atentado con los combates de Nahr al Bared, y en el otro campamento de Ain Helué, en el sur, donde se produjeron el domingo enfrentamientos entre el ejército y otro grupo islamista, el Jund al Cham.

Para los miembros de la mayorí­a parlamentaria antisiria, estos atentados fueron cometidos por «agentes sirios» que buscan desestabilizar el Lí­bano tras la creación la semana pasada por la ONU de un «tribunal especial» para juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafic Hariri, asesinado en febrero de 2005.

Siria también habí­a sido señalada en este atentado, pero siempre ha clamado su inocencia.

El primer ministro libanés Fuad Siniora acusó además al Fatah al Islam, que reconoce sus afinidades ideológicas con Al-Qaeda, de «lazos con algunos servicios de inteligencia sirios», lo que Damasco desmiente igualmente.

En el terreno, el bombardeo durante la noche de las posiciones del Fatah al Islam provocó una réplica con armas automáticas de los islamistas, pero sin mucha intensidad, comprobaron periodistas.

Aprovechando la calma, un convoy humanitario compuesto por ambulancias y vehí­culos de la Cruz Roja libanesa y la Media Luna palestina esperaba el martes poder ingresar a Nahr al Bared para aportar auxilio a los civiles.

Unos 5 mil refugiados –de los 31 mil que viven allí­– se encontrarí­an aún atrapados en el sur del campamento, viviendo en condiciones muy difí­ciles.

En el campamento de Ain Helué, en el sur de Lí­bano, las organizaciones palestinas comenzaron a instalar un dispositivo policial para evitar nuevas violencias.

Durante una reunión el lunes en la noche con funcionarios libaneses, las facciones palestinas convinieron que cada una sea responsable de un sector.

Los 12 campamentos de refugiados en el Lí­bano son controlados por las formaciones polí­tico-militares palestinas, entre ellos el Fatah, según los términos de un acuerdo tácito con el Estado que excluye la presencia del ejército dentro de sus lí­mites.

Pero con el correr de los años, grupúsculos islamistas se infiltraron en algunos de esos campamentos, verdaderos islotes sin ley.

Este fenómeno es particularmente notorio en Nahr al-Bared, a causa de la debilidad, en este campamento cercano a Siria, de los movimientos palestinos y de la influencia de los pro-sirios.

17 dí­as ha durado el cerco del Ejército libanés al campo de refugiados palestinos.