Calma después de la tormenta


Calma. Lí­bano amaneció con una relativa calma. En la imagen trabajadores limpian una de las calles de Beirut.

La calma regresó hoy a Lí­bano, donde reabrió el aeropuerto y el tránsito era fluido tras una jornada de huelga general convocada por la oposición que paralizó al paí­s y dejó tres muertos y 133 heridos, en ví­speras de una conferencia de donantes en Parí­s.


Tractores y camiones de basura trabajaron toda la noche para sacar neumáticos incendiados, arena y desechos de las rutas bloqueadas por la oposición el martes, en una demostración de fuerza que buscaba tumbar al gobierno del primer ministro Fuad Siniora.

Muchas tiendas también reabrieron sus puertas, pero algunos negocios decidieron esperar hasta mediodí­a para garantizar el retorno a la normalidad y levantar sus cortinas de hierro.

La Universidad estatal de Lí­bano y muchas escuelas permanecí­an cerradas en todo el paí­s.

La huelga del martes se tornó violenta cuando los militantes de la oposición incendiaron neumáticos, bloquearon rutas y se enfrascaron en peleas callejeras con defensores del gobierno.

Las protestas paralizaron Lí­bano por un dí­a y aumentaron la inquietud sobre la estabilidad de un paí­s que aún lleva las cicatrices de la guerra civil de 1975-1990 y de la guerra de Israel contra Hezbolá de julio y agosto pasados.

Siniora emprendió viaje a Parí­s para asistir a la conferencia de donantes del jueves sobre Lí­bano, que aún sufre las consecuencias de la guerra del verano pasado y tiene una deuda pública de 41.000 millones de dólares.

El primer ministro partió desde el aeropuerto internacional de Beirut luego de que éste reanudara su actividad normal, tras un dí­a de paralización casi total provocada por militantes de la oposición que bloquearon su acceso quemando neumáticos y tirando arena y basura en las rutas.

En las últimas horas del martes, la oposición prosiria dijo que habí­a «decidido suspender la huelga, que ha servido de alerta al gobierno ilegí­timo», pero advirtió de medidas «más efectivas» si el gabinete sigue rechazando sus demandas.

El sector antisirio, entre tanto, mantuvo una reunión en la cual advirtió de contra-protestas si la oposición persiste en forzar un bloqueo del paí­s.

El propio Siniora advirtió que las fuerzas del gobierno no aceptarán ningún intento de perturbar el orden público y culpó a Irán y Siria de la huelga nacional dirigida por el movimiento chií­ta Hezbolá, apoyado por estos dos paí­ses.

Lí­bano «ha estado pagando el precio de decisiones impuestas que vienen de paí­ses de afuera, como Irán y Siria», dijo Siniora a la agencia japonesa Kyodo News.

Su gobierno y el Parlamento se hallan paralizados desde que seis ministros prosirios, incluidos dos de Hezbolá, renunciaron a sus cargos en noviembre.

Funcionarios libaneses, incluido Siniora, dijeron que las protestas callejeras representaban un «golpe de Estado» y un intento de regresar a la «tutela» de Damasco, en referencia a la dominación militar de Siria sobre Lí­bano que se extendió durante 29 años y culminó en 2005.

En Parí­s, más de 30 paí­ses donantes y muchas instituciones internacionales participarán en la conferencia, que se espera reúna varios miles de millones de dólares para el financiamiento a largo plazo de la devastada economí­a libanesa.