Los guatemaltecos, casi al igual que todo el mundo nos hemos convertido en papeles. Nos hemos convertido en números. Los guatemaltecos hemos perdido en un alto grado la individualidad. Dentro de poco tiempo tendremos un número único para nuestra identificación como ciudadanos, será el mismo número para cédula de vecindad, para licencia de conducir vehículos, pasaporte, pagar impuestos, etcétera. El nombre de cada guatemalteco será para que le llamen en su casa, en su oficina, en su club o entre los amigos; para lo oficial será estrictamente un simple número… punto.
Los abogados no escapan a esto; de hecho ellos son el abogado colegiado número tal y, en Guatemala hay más de 12 mil abogados colegiados, cada uno convertido en un número calificado por formularios y papelería burocrática.
Es altamente difícil calificar a un abogado por su capacidad intelectual, por su capacidad profesional o por su calidad moral. Es difícil también saber si aplica las leyes y sus conocimientos de fondo, contrario a aquel que aplica las leyes y conocimientos de una manera empírica y superficial.
En el caso de las elecciones de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia, las partes interesadas en que abogados de su conveniencia figuraran como candidatos a magistrados, elaboraron una serie de requisitos que involucran, dentro de otros, papelería burocrática para hacer un colador por medio del cual pudieron suprimir a muchos abogados probos, quienes realmente y en esencia se preocupan porque la justicia se aplique como tal, de una manera eficaz y eficiente.
No cabe la menor duda de que hay muy buenos abogados que no participaron por temor a señalamientos infundados. Ejemplo: Hay abogados que fueron jueces, quizás excelentes jueces que cumplieron a cabalidad con su papel dentro del ámbito judicial. Sin embargo, cuando un juez dicta una sentencia, obviamente favorecerá a una de las partes. Esto dentro de un contorno estrictamente legal.
Cualquier desfavorecido puede formar un juicio contra un juez ante los tribunales y, si el juez no anda con sumo cuidado, este juicio queda como una mancha dentro de su currículo y queda automáticamente descalificado para participar en la contienda electoral. Existe un caso real en donde una nota periodística, sin sustento legal alguno, permitió que un excelente abogado fuera descalificado para competir y optar a una magistratura. Muchos casos similares han permitido la manipulación del gremio de abogados con consecuencias a la vista.
La ley de Comisiones de Postulación tiene una Tabla de Gradación de Calificaciones: Por méritos éticos, 25 puntos. Por méritos académicos 30 puntos. Por méritos profesionales 38 puntos y, por méritos de proyección humana 8 puntos. Vea el lector cuán difícil es consensuar criterios de calificación. De todas maneras debemos aceptar que, particularmente en Guatemala, por A o por Z, todos los sistemas están pervertidos.
Los guatemaltecos descalifican de todo y por todo, pero nadie ve los garbanzos negros que no entraron a la contienda. Pero el verdadero problema es que todo el asunto ha sido politizado y, con todo respeto, la esposa y la cuñada del presidente no debieron meter las manos en esto.
En última instancia, los múltiples intereses oscuros quedaron, de una forma u otra, con representación en la Corte Suprema de Justicia y el pueblo de Guatemala tendrá que apechugar otro parche en ese sistema, como un eslabón más en la cadena de cuentadancia, aunque hay abogados probos electos.