Calidoscopio en los vitrales del Palacio Nacional


Rosana Montoya, A-1 397908, rosana.montoya@yahoo.com

Cada dí­a que pasa la logí­stica del narcotráfico ejercido en territorio guatemalteco se asemeja más a las FARC de los colombianos.  Y es que ese rubro pone y quita gobernadores.  Porque poderoso caballero es don dinero.  Y una vez degustadas las mieles del poder, es difí­cil que vuelvan a ser honrados, me refiero a ambos hemisferios, narcotráfico y presidentes. Sandra Torres disfruta de ambas fuentes.  No me llamo a engaño si llegara a creer que la campaña proselitista que Sandra Torres principió hace tres años es con el rescoldo del dinerito que aún guardaba bajo la almohada  el ingeniero Colom, fruto de los últimos sueldos que, como funcionario público, devengó en  pasadas administraciones de forma honrada a través de su salario. ¡Qué va!  El sueldo de un ingeniero honrado no paga campañas presidenciales.  Estos profesionales no pasan de maceta de corredor, pero eso sí­, nadie los puede tachar de corruptos y sus descendientes pueden caminar con la frente en alto, hasta más de cuatro generaciones sin sentir vergí¼enza que el bisabuelo haya sido un ladronzazo en la época, de… póngale usted nombre del gobierno que más le guste.  Ese no es el caso de los actuales gobernantes, Presidente y Vicepresidente, el último hasta novia encontró y ¿cómo no?, con las fantásticas cantidades de minas de oro que tiene ser  pareja de un hombre de dudosa reputación, como presuntamente lo es el presidente Colom.  Me he preguntado más de una vez qué pensará el doctor Fuchs del doctor Espada, que habiendo sido un don nadie, le abrió las puertas de su casa, pero no por buen estudiante, sino como buen advenedizo se valió del amor de la Anita, la hija del doctor Fuchs, para escalar posiciones, desde los tres tiempos de comida hasta conseguirle beca tras beca, mismas que obtení­a no por buenas calificaciones, sino porque se casó con la hija del eminente doctor Fuchs, que le abrió las puertas hasta de Houston.  Fue un braguetazo.   Otro dí­a platicamos más despacio qué clase de médico era en el Memorial Hospital el doctor Espada.  No sé si felicitar a la novia o condolerme de ella, porque así­ como abandonó a la primera esposa, este encanto de Mr. Magoo, es un Barba Azul en potencia.