He leído y escuchado constantemente acerca del tema de calidad educativa. Leyendo uno de los diarios, antes de escribir éste, encontré en un mismo artículo la frase «calidad educativa», cinco veces y en otros, múltiples veces.
Si el concepto de calidad está amarrado al cumplimiento de los maestros de lo que llaman estándares, palabras en un papel, elaborados por un grupo de personas en la capital y luego medidos por un examen estandarizado, creo que hay que repensar el Cí“MO se inicia un proceso para lograr la calidad educativa que desea la sociedad guatemalteca.
«Calidad educativa» es un «Catch Word», frase de moda en estos días, que suena bonita, llama la atención del público porque se le relaciona a la calidad de un producto que está a la venta y que quiere comprarse. La definición de esta palabra viene del latín «Qualitas» y sugiere la idea de que se trata de un producto al utilizar ejemplos de telas y vinos. Sin embargo, nadie ha explicado realmente lo que significa Calidad Educativa, mucho menos las personas ajenas al campo educativo.
La globalización de la economía mundial pone presión al sistema educativo para que los alumnos sepan más datos y obtengan más conocimientos por sí mismos. Si los alumnos pueden contestar la mayoría de preguntas de una prueba estandarizada, aislada de un contexto real, se dice que el alumno ha recibido una «educación de calidad» ¿Será cierto?
Yo visualizo en forma diferente el concepto calidad. En vez de iniciar con requisitos, lineamientos y un manual de estándares, un montón de papeles ordenados autoritariamente para ser cumplidos, es más prudente iniciar con los actores principales dentro de la institución: Los maestros. En la definición se habla también de «…de propiedades inherentes a algo…» Aplicado a la educación, tomo esta frase, significando que los maestros (inherentes al sistema), no son para lograr un producto, sino para formar a un ser humano.
Otra parte de la definición dice «…que permiten juzgar su valor» De nuevo aplicado a educación, ahora miden el producto, los niños, para ver si han amasado suficientes conocimientos aislados para ser considerados un producto de calidad. SEí‘ORES, ESO NO ES CALIDAD EDUCATIVA.
La palabra valor en la definición de la palabra calidad no debería ser aplicada para calificar bueno o malo, si no al ser inherente, tiene valor interno para el ser humano; es un concepto diferente al aplicado a un producto comercial.
En un memorando que entregué al Mineduc en marzo de 2004, inicié lo escrito así: «Si el recurso humano no cambia ¿Cómo puede cambiarse el sistema?» Estoy convencido de que el inicio de un proceso hacia la calidad se hace con el ser humano, con la persona; en este caso los llamo actores principales en el proceso educativo y son los MAESTROS.
Pueden argumentar que están invirtiendo Q20 millones en cursillos para más de 20 mil maestros. Creo que el sistema no provee un modelo eficiente de seguimiento, acompañamiento profesional para apoyar a cada maestro en la puesta en práctica de lo aprendido en el cursillo. Sin este seguimiento, lo invertido se pierde.
En Guatemala hay 6 mil escuelas multigrado, 4 mil unitarias; de las 17,400 existentes, éstas representan el 57.47% de las escuelas oficiales de Guatemala que probablemente no cuentan con el apoyo profesional en la aplicación directa de nuevas formas de educar en el aula. LOS MAESTROS ESTíN SOLOS. Si ellos no tienen las oportunidades reales de vencer el miedo al cambio siendo acompañados en el Cí“MO aplicar nuevas ideas en el aula, se les está negando también a los alumnos la oportunidad de experimentar calidad educativa.
Nuestro sistema tiene que ser REESTRUCTURADO. Los Educadores Notables, que los hay y muy buenos en Guatemala, constituidos en un Consejo Nacional de Educación, Sí podrán explicar el concepto y su aplicación en un proceso que logre alcanzar la Calidad Educativa Guatemalteca.