Lo harán a pesar de haber estudiado a conciencia como hacerle daño a los de Guardiola. Como plantar cara a un equipo que desulmbra con su juego y que pocos días tiene las caras largas tan habituales en el lado colchonero. Todos conocen las virtudes del «Pep Team» pero pocos consiguen frenarlas. Abel, aunque a alguno no se lo parezca, intentó neutralizarlas.
Su plan tenía una consigna clara: adelantar la presión, poblar el mediocampo e intentar nublar las líneas de pase azulgrana. Para ello, el técnico rojiblanco varió su sistema. Retrasó a Jurado y situó a Forlán en la mediapunta. El gaditano, junto a Assuní§ao, debían cerrar espacios en la zona ancha y evitar que Xavi pensara con comodidad. El dibujo, un 4-2-3-1, era claro. A esa intención de juntar al equipo en veinte metros contribuyó una defensa adelantada, más que de costumbre.
Un Barí§a con más virtudes
La idea fracasó con estrépito. Jurado se perdió en una posición más retrasada de lo habitual y Forlán nunca precisó su nueva función defensiva. De ese desajuste defensivo nació el pase de Busquets en el primer gol o la maravilla teledirigida de Xavi en el segundo. El de Alves o el de Keita respondieron simplemente a dos genialidades en el plano individual.
A todas las virtudes de la pasada campaña se suman otras que hacen del Pep Team un equipo casi imposible de frenar. Los recursos en la salida, con la llegada de Chygrynskiy, se multiplican. Piqué está más liberado y se anima a salir en conducción. Y arriba, Ibrahimovic es una garantía como apoyo o como medio de temporización para la llegada de la segunda línea.
Con todos estos ingredientes, unidos al ya habitual desborde de Messi, la clarividencia de Xavi o la llegada por sorpresa de Alves, sorprender a este Barí§a es una auténtica quimera. Sólo la lógica relajación del resultado alteró mínimamente el guión del partido. Y es que aunque no lo parezca, este Barí§a también es humano.