El número de mariposas Monarca que hibernan en México cayó un 28% este año, según un informe publicado el jueves, un desplome que algunos expertos atribuyen a la sequía en algunas partes de Estados Unidos y Canadá, donde las mariposas se reproducen y comienzan su larga migración hacia el sur.
Otros observadores aseguran que el daño a los territorios donde hibernan estos insectos en las montañas del centro de México sigue siendo un factor en el descenso, y citan la deforestación de los bosques de abetos y pinos.
El número de mariposas que pasan el invierno en México ha variado enormemente en los últimos años.
La preocupación aumentó hace dos años, cuando su número se redujo en un 75% en las zonas donde pasan el invierno, el nivel más bajo desde que comenzaron los registros comparables en 1993. Se recuperaron parcialmente el año pasado, cuando el número de mariposas casi se duplicó con respecto a ese punto bajo.
«Las fluctuaciones en poblaciones de insectos son normales. En el caso de la mariposa Monarca, hemos demostrado que estas fluctuaciones se deben principalmente a las condiciones climáticas», dijo Omar Vidal, director en México del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
«Durante 2011, los patrones anormales de sequía y lluvias en zonas de reproducción en Canadá y Estados Unidos … podrían haber causado altas tasas de mortalidad y la falta de plantas», de las que las mariposas se alimentan, agregó.
Sin embargo, otros observadores estaban más preocupados.
Lincoln P. Brower, experto en mariposas Monarca y profesor de zoología en la Universidad de Florida, dijo que el número de este año es el tercero más bajo desde que comenzó el seguimiento sistemático. «Los datos actuales indican una continuación de la tendencia a la baja», agregó.
Brower dijo que el argumento climático «subestima el hecho de que una grave degradación del ecosistema del bosque (de abetos) de Oyamel ha estado ocurriendo y sigue ocurriendo».
Vidal dijo que una investigación indicó que apenas alrededor de media hectárea (un acre) de árboles se perdieron a causa de deforestación el año pasado, una baja de dos terceras partes con respecto al año anterior.
La tala ilegal de árboles destruyó alrededor de 1,5 hectáreas (3,7 acres) en 2010, lo que ya representaba una disminución de 97% con respecto a 2009. En su punto máximo de 2005, la tala devastó hasta 461 hectáreas (1.140 acres) por año en la reserva.