Cada cuatro años


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El entorno sufre una transformación notoria cada cuatro años. Concerniente al perí­odo electoral, en ostensible avance y generador de sucesos sorprendentes. La caracterí­stica conlleva diversos matices que impregnan de ansiedad, tensiones y alarma a la población, de extremo a extremo. Una tras otra representan golpes bajos a la ciudadaní­a, y expectativas.

Juan de Dios Rojas

 


Cada cuatro años el electorado es convocado a las urnas de rigor, gana espacios enormes; sabe de los sucesos fuera de serie acontecidos con membrete ingrato. Todo apunta al hecho de superar sin falta al cuatrienio, que precede, similar a un pulso titánico, sea como sea. El civismo muestra ausencia, y en su lugar brota a raudales potentes una racha contraria al señalamiento de “alegres elecciones”.

En el actual, todo el  mundo nuestro está consciente del desorden protagonizado por los partidos polí­ticos inscritos; candidatos, afiliados, lí­deres y seguidores fanáticos con colmillo. Ni más ni menos es una merienda de negros. Un adelanto innegable en términos propagandí­sticos a la cabeza, demostró el irrespeto a las leyes y reglamentos de la materia, también el acatamiento.

Esto da origen manifiesto a casos y cosas diversas. Los mencionados partidos como instituciones de derecho público, omiten el compromiso de promocionar y orientan en tal sentido el potencial segmento de simpatizantes. Pactos de caballeros suscritos por los participantes, pronto se vuelven humo y al contrario se atacan fieramente, equivalentes a las campañas negras.

Cada cuatro años sale a luz el derroche de dinero, mediante sus financistas cobra vigencia y constituye algo de primer impacto. A  manos llenas es el calificativo de parte de los protagonistas, imposible puedan negar esa actitud que menosprecia el espí­ritu cí­vico. La propaganda por todos los medios de comunicación conforman algo fenomenal, pulso severo y visible de verdad.

A propósito, en términos propagandí­sticos flota en el ambiente que se les pasó la mano a todos; unos más, otros menos, pero activos en ese sentido. Consecuencia inmediata de una abusiva e irrespetuosa contaminación visual en calzadas, ví­as de tráfico conocido, que provocan molestias a granel.

A Tribunal Supremo Electoral, oyeron similar a desobediencia, pese a multas impuestas, algunos cumplieron, el resto  no por el hecho de instalar vallas en mención. Las mismas fueron en cantidades superiores a las de años anteriores con fines sabidos. No digamos las pintas en árboles, peñascos, puentes, monumentos y muros; es decir cuanto tuvieron a mano sin cuidado alguno.

Histórica y valiente postura tuvieron las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, igual que las Cortes: Suprema de Justicia y de Constitucionalidad, al rechazar la inscripción del binomio presidencialista del oficialismo, a tí­tulo de defensores de la Constitución, en especial del artí­culo 186, inciso “c”. Controversias y criterios opuestos y audiencias se llevaron a cabo.

A mi edad he visto y participado en tantos comicios, presidenciables a la vanguardia, donde el oficialismo con tal de ganar cometen ilí­citos, consistentes en el uso desmedido del erario nacional, vehí­culos  y el “acarreo de gente” en transporte pagado por fondos del presupuesto. La candidata Sandra Torres quemó hasta el último cartucho, empero quemó sus naves.

Por primera vez en la historia una dama dirige los destinos del mencionado Tribunal Supremo Electoral. Su desempeño merece el beneplácito público. Demostró eficiencia, honestidad y responsabilidad en dicho cargo, la licenciada Marí­a Eugenia Villagrán y su equipo valiente de colaboradores de la trayectoria y experiencia, evidentes renglones de la democracia.

Llevar a feliz término una intensiva campaña cí­vica en el sentido de un no rotundo al abstencionismo; llamamiento el voto en aras de un mejor destino del paí­s es su meta. Convocan a todos los sectores porque unidos será factible un nuevo estado de cosas con libertad, democracia, justicia y paz. Guatemala podrá arribar al ámbito de tranquilidad deseable a más y mejor.