El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, promulgó ayer la nueva ley de energía que había sido sancionada el martes por el Congreso, en la que se prevé un notable aumento de economía de combustible en los automóviles por primera vez en 32 años.
El texto, adoptado por fuerte mayoría en un contexto de gasolina cara y de dependencia creciente de petróleo importado, «constituye un paso importante para aumentar la producción de combustibles renovables, reducir la dependencia petrolera y responder al calentamiento del planeta», indicó el comunicado de la Casa Blanca.
Esta ley «hará a Estados Unidos más fuerte, más seguro y más adecuado para las futuras generaciones», añade el comunicado en el que, de todas formas, se invita al Congreso a actuar para aumentar la producción de petróleo en el país «en forma prudente y sin efectos negativos para el medio ambiente».
Bush presiona así al Congreso a «votar un proyecto de ley que permita el acceso a las fuentes estadounidenses de energía» tales como el petróleo y el gas de Alaska.
Se pide también al Congreso que duplique la capacidad de reserva estratégica de petróleo para proteger al país de las perturbaciones en la oferta petrolera.
Según los términos de la nueva ley de energía, los fabricantes de automóviles van a tener que reducir en cerca de 40% el consumo actual de gasolina de los vehículos todoterreno y monocuerpo hasta 2020.
Para los vehículos de paseo, la norma de consumo llamada CAFE (Corporate Average Fuel Economy standard – Norma empresarial de ahorro de energía) pasará a 27 millas por galón (3,78 l), o sea, 8,6 litros por 100 km, en vigor desde 1975, a 35 millas por galón, (6,8 litros por cien kilómetros de aquí a 2020).
El texto prevé asimismo que la utilización del etanol alcance los 136 mil millones de litros por año de aquí a 2022, o sea, seis veces más que ahora.