«La guerra en Irak entre chiítas y suníes es una guerra civil patrocinada por el gobierno estadounidense» dijo hoy para empezar, Radio Escandinava. «El presidente Bush, en lugar de buscar la paz entre esas dos facciones se ha aliado con una de ellas y a punta de brutalísima fuerza bruta intenta imponer lo que él llama democracia, matando a los que no piensan como él».
«Cuando en el seno de una familia se pelean dos hermanos» continuó la Radio, «el padre trata, antes que nada, de separarlos. Mal haría ese padre si decide sujetar a uno de los hijos mientras arenga al otro para que azote a su hermano».
«El Sr. Bush ha perdido la cabeza» nos dijo hoy la Radio, «y es así que atiza una guerra entre dos hermanos que se están matando a puñaladas, y lo que él hace, es enviar a Irak otros dos mil puñales»
«Ustedes no pueden imaginarse estimables escuchas», continuó el locutor, «las escenas que a diario se contemplan en los hospitales de Bagdad. Esos montones de heridos sangrantes, de amputados, de mutilados, de cráneos deshechos con los sesos de fuera, todos ellos apilados en el suelo, porque no hay para ellos, donde reposar la cabeza». «Y es entonces que se deja oír el ulular de una ambulancia que anuncia la llegada de otros iraquíes sangrantes. Es irónico que las ambulancias lucen un letrero «Donado por el pueblo de EE.UU.» «Por eso es que a los escandinavos» dijo el locutor, «nos parece increíblemente ridículo que alguien se atreva a proponer a Mr. Bush para el Premio Nobel de la Paz, esa debe ser una falsa noticia». «No puede ser que el Sr. Bush, padre de familia», prosiguió la Radio, «no sienta dolor en el alma cada vez que le informan del indetenible río de sangre que corre por Bagdad, río cuyo nivel, ya le va llegando al gaznate para que así sienta un agónico sofoco».
«Sr. presidente Bush», dijo, esta vez muy serio, el escandinavo, «usted no podrá dejar de oír en el silencio de sus noches los persistentes lamentos de los mutilados ni el conmovedor llanto de los niños. Usted, noche a noche habrá de ver a esos niños iraquíes que ahora visten playeras donde se lee: Bush mató a mi papá».
Y así terminó esta acusadora transmisión de Radio Escandinava que dejó impresionada a la Lila mi mujer, quien, a propósito, me preguntaba: «Carlos, ¿de verdad será cierto que a Bush lo propusieron para Premio Nobel de la Paz?