En su madrugadora transmisión de hoy, Radio Escandinava nos informó de su temor de que en Guatemala ocurra un golpe de estado.
«El hecho de que cuatro oficiales, entre los cuales dos de ellos eran jefes en la policía guatemalteca hayan sido asesinados en el interior de una cárcel», dijo el locutor «es una indiscutible demostración de que dentro del gobierno del presidente Berger hay otro gobierno, poderoso, que imparte su justicia y ajusticia según sus muy propias leyes y ello, es intolerable y el pueblo no logra sentir que tiene alguien que gobierne y que lo proteja. No puede ser».
«Esa impresionante descalificación para el gobierno de d. Oscar Berger» continuó el locutor «ha motivado muchas y variadas reacciones dentro de la población, destacando entre ellas, las de los politiqueros y militares resentidos que encuentran una razón para hablar de darle un golpe».
«Un golpe, acabaría con el proceso democrático que prevé elecciones dentro de pocos meses» afirmó el escandinavo «y echaría por tierra las ilusiones de muchos políticos auténticos entre otros, de Rigoberta Menchú, lo cual de cierta manera, aparentemente sería muy conveniente para d. Bush. Es que el triunfo de Rigoberta en unas democráticas elecciones, significaría abrirle las puertas a Hugo Chávez, a Evo Morales y a Daniel Ortega a quienes ya visualizamos ahí en primera fila a la hora de su toma de posesión» dijo la Radio.
«Por otra parte», continuó el locutor, «el hablar de un golpe de estado, en este momento de aguda crisis que sufre Guatemala es algo apetecible para mentalidades estrechas, del tipo chafa, que si no es por la fuerza bruta, no lograrían llegar al poder».
¡Qué tristeza, qué grande tristeza sería para los que somos amantes de la libertad, contemplar por enésima vez, un imbécil cuartelazo!
«Nosotros los escandinavos» prosiguió con su típico acento el locutor, «creemos que ahora que el presidente Bush llega a Guatemala, d. í“scar debería de atenderlo con la urbanidad del caso pero con orgulloso aplomo para obtener de su boca, promesas concretas.
«Comprenda d. í“scar que si usted al final de la visita le presenta a los guatemaltecos la promesa que le sacó a Mr. Bush de que los EE.UU. ya dejarán de calificarnos, según la droga, de buenacitos o malitos y que ya no exigirán la destrucción de los sembradillos de amapola, esa su comunicación de d. Oscar será recibida por el pueblo de Guatemala con inusitado orgullo, ya que los cientos de campesinos sembradores recobrarán las fuentes de su trabajo, y se olvidarán de golpes de estado».
«Cuando d. George Bush le reclame a usted d. í“scar Berger su lentitud y poco ñeque en la lucha contra el tráfico de droga, deberá usted, presidente Berger, hacerle la siguiente pregunta», sugirió el escandinavo, «Â¿Por qué insiste usted d. George en el mismo reclamo cuando es la adinerada juventud gringa la que con sus compras millonarias, hace, del negocio de la droga, el mejor estímulo para el narcotráfico?», «y pregúntele, ¿no cree usted, d. George que ese muro antitrabajadores inmigrantes, debería de estar en otra parte?»
«Usted debería actuar con solidez, y sus intervenciones habrán de ser categóricas, con voz firme», le recomendó el locutor, «y esté seguro que el pueblo de Guatemala al darse cuenta de su positiva actuación, se olvidará, repito, de golpes de estado».