Buscan sobrevivientes


Auxilio. Una voluntaria utiliza una mascarilla para evitar el mal olor, mientras realiza labores de rescate de las ví­ctimas mortales.

Los servicios de socorro reanudaron hoy sus tareas con la débil esperanza de hallar supervivientes tras el alud de barro y de árboles desencadenado por el ciclón Durian, que dejó cerca de 500 muertos o desaparecidos, según las autoridades.


Al menos 469 personas murieron o estaban desaparecidas en la región de Bicol, barrida en la noche del jueves por la poderosa depresión tropical con vientos de hasta 150 km/h, según un nuevo balance del Consejo Nacional de Coordinación de Catástrofes.

Sin embargo, la Cruz Roja filipina revisó hoy mismo su recuento a la baja.

Después de haber establecido la ví­spera un balance de 388 decesos y 96 desaparecidos, la Cruz Roja dio una nueva cifra de 134 muertos y 159 desaparecidos, aunque su directora, Gwen Tang, advirtió que el saldo puede agravarse ya que poblados enteros fueron «borrados del mapa».

«Más de 500 poblados fueron afectados y dos de ellos fueron borrados del mapa», dijo Tang.

Varias localidades aisladas de esta área en el este del archipiélago fueron literalmente tragadas por la avalancha barrosa que se desprendió de los flancos del volcán Mayon (2.460 m) situado a unos 350 km al sureste de Manila.

El rescate de los supervivientes se desarrollaba el sábado alrededor de las pendientes del volcán y en zonas hasta ahora inaccesibles por las malas condiciones meteorológicas.

Un Hércules C-130 sobrevoló por la mañana la ciudad de Legaspi, la principal de la región. Un periodista a bordo pudo constatar la envergadura de los daños y el paisaje desolado a causa de la avalancha.

El responsable provincial de las operaciones de rescate, Cedric Daep, indicó por su parte que el balance de ví­ctimas todaví­a podrí­a aumentar. «Es posible que encontremos decenas o centenares de cuerpos», advirtió Daep.

El mismo pesimismo fue expresado por el gobernador de la provincia, Fernando Gonzales. «No parece que haya sobrevivientes. No somos muy optimistas», declaró a la televisión local.

Las precipitaciones mezcladas con restos volcánicos desencadenaron una corriente de barro que llegó hasta el techo de numerosas casas, según testigos.

Estos temibles fenómenos son frecuentes al principio de la temporada de lluvias o a causa de los ciclones en los paí­ses tropicales con fuerte vulcanismo, como Indonesia o Filipinas.

La presidenta, Gloria Arroyo, ordenó al ejército que lanzara una operación de socorro «masiva» en la totalidad del paí­s, donde millares de personas están refugiadas en centros de evacuación.

«Que los soldados ayuden en todas las actividades de socorro, la asistencia médica, la limpieza de las rutas, el restablecimiento de la electricidad y el socorro de los pasajeros bloqueados», dijo.

El papa Benedicto XVI se declaró el viernes «profundamente entristecido» por la catástrofe en un mensaje de condolencia enviado a los filipinos, mayoritariamente católicos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el francés, Jacques Chirac, también dieron su pésame a los filipinos, así­ como Pakistán, mientras que Tokio concretó su apoyo a través del desbloqueo de 20 millones de yenes (173.000 dólares) para ayudar a las ví­ctimas a través de la compra de tiendas de campaña y mantas.

Este nuevo ciclón ocurre cuando el archipiélago todaví­a se está recuperando del tifón Cimarón, el más potente que ha golpeado al paí­s en los últimos diez años, que dejó 38 muertos y desaparecidos en octubre.

En septiembre, la capital de Filipinas, Manila, sufrió asimismo las consecuencias de otro tifón, el Xangsane, que ocasionó más de 200 decesos.