Buscan enfrentar crisis por disturbios


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El primer ministro David Cameron convocó ayer a los miembros del Parlamento para que suspendan sus vacaciones veraniegas a fin de enfrentar la crisis generada por tres dí­as de disturbios en Londres y otras ciudades británicas.

Por DAVID STRINGER Y RAPHAEL G. SATTER LONDRES / Agencia AP

Cameron calificó la escena que presentan las calles londinense y en otras áreas como «escalofriantes». Sin embargo, se abstuvo de tomar medidas más extremas, tales como el emplazamiento de fuerzas militares para ayudar a la atribulada policí­a a restablecer el orden.

Indicó que se habí­an hecho 450 arrestos hasta el momento, y prometió realizar muchos más si continuaba el saqueo.

El primer ministro agregó que 16.000 agentes de la policí­a vigilarán las calles de la capital el martes por la noche —casi triplicando el número de agentes que patrullaban las calles el lunes por la noche.

«La gente no deberí­a dudar de que haremos cuanto sea necesario para restablecer el orden en las calles británicas y hacerlas más seguras para los guardianes del orden», dijo Cameron a los reporteros después de una reunión sobre la crisis por disturbios en su oficina en Downing Street.

Una ola de violencia y saqueo ha causado estragos por toda Londres, al tiempo que las autoridades se esforzaban para contener los más graves desórdenes que hayan afectado al paí­s desde los disturbios de carácter racial que provocaron incendios por la capital británica en la década del 80.

En Londres, grupos de jóvenes sembraron el desorden por tercera noche consecutiva, provocando incendios de edificios, vehí­culos y depósitos de basura, el saqueo de negocios y la policí­a agredida con botellas y cohetes, mientras grupos de jóvenes arrasaban los vecindarios. Se trata de un desagradable recuerdo de la inestabilidad londinense para los lí­deres que organizan las Olimpiadas del 2012 en menos de un año.

En una medida sin precedente, la Asociación de Fútbol de Inglaterra (FA) anunció que lamentaba cancelar el partido del miércoles contra Holanda en Wembley.

La policí­a llamó a cientos de refuerzos y tomó una inusual decisión de emplazar vehí­culos blindados en algunos de los distritos más afectados por la violencia, pero aún así­ trataba a duras penas de mantenerse a flote en medio del caos que se desataba en ciertos puntos más álgidos de Londres, en la ciudad central de Birmingham, Bristol en el oeste británico y en Liverpool por el noroeste.

Los desórdenes parecí­an carecer de una sola causa común, aunque algunos de los involucrados en las acciones de violencia señalaban que reaccionaban ante los recortes del gobierno en el gasto público, que reducirí­a considerablemente la ayuda a los indigentes y eliminarí­a decenas de miles de empleos del sector público hasta el 2015.

Otros simplemente parecí­an hacerlo atraí­dos por la oportunidad de la violencia. «Vengan a divertirse», gritaba un joven mientras corrí­a por una calle del suburbio de Hackney, en el este de Londres, donde varios negocios fueron atacados y vehí­culos, incendiados.

La crisis podrí­a convertirse en la mayor prueba que haya tenido la coalición de Cameron, que incluye algunos miembros que habí­an temido que los drásticos recortes de su programa podrí­an provocar descontento popular.

El desorden creció durante la noche, desde suburbios marginales hasta el famoso barrio suntuoso de Notting Hill en el centro de Londres. El Servicio de Ambulancias de Londres dijo que habí­a atendido a 16 pacientes, de los cuales 15 fueron hospitalizados. La policí­a informó que 334 personas fueron arrestadas y 69 fueron acusadas de delitos.

Tres personas fueron arrestadas por presuntamente tratar de asesinar a un policí­a que tuvo que ser hospitalizado después que fue atropellado por un automóvil en la madrugada del martes. El ataque del oficial, cuyo estado de salud es estable, ocurrió cuando éste detuvo a varios vehí­culos en Brent, al norte de Londres, después del saqueo e incendio de una tienda de productos eléctricos.

Sony Corp. dijo que fue incendiado uno de sus centros de distribución en Enfield, en el norte de Londres. Tantos incendios eran combatidos en la capital que el servicio de agua potable Thame Water, que suministra a gran parte de Londres, advirtió a los usuarios que podrí­an registrar un descenso en la presión de agua.

El departamento de policí­a de Liverpool dijo que los agentes atendí­an «varios brotes aislados de desorden», incluyendo incendios de vehí­culos y ataques a edificios en los barrios sureños de Liverpool, la tercera ciudad golpeada por los disturbios.

Los nuevos hechos de violencia precedieron una escalada de disturbios en todo Londres desde que estalló una ola inicial de agitación la noche del sábado. La policí­a de la ciudad de Birmingham, en el centro de la nación, informó que más de 30 personas fueron arrestadas por ataques a negocios en un principal distrito de ventas minoristas.

La violencia estalló inicialmente en la noche del sábado en el distrito de Tottenham en el norte londinense al tornarse violenta una pací­fica protesta por la muerte de Mark Duggan, un hombre de 29 años, padre de cuatro hijos, que fue baleado el jueves por la policí­a en contradictorias circunstancias.

Dos vehí­culos policiales y un autobús de dos pisos fueron incendiado, los negocios fueron saqueados y varios edificios en la calle principal de Tottenham, a una distancia de ocho kilómetros (cinco millas) de la sede de las Olimpiadas del 2012, fueron reducidos a cenizas.

La muerte de Duggan despertó una antigua animosidad y tensiones raciales que provocaron los disturbios en los años 80, pese a los esfuerzos de la policí­a londinense para establecer mejores relaciones con las comunidades étnicas en la ciudad después de varios casos sonados de racismo en décadas recientes.

Conforme se propagaba la violencia, algunos señalaban a las crecientes tensiones sociales en Gran Bretaña en momentos en que el gobierno ha reducido 80.000 millones de libras esterlinas (130.000 millones de dólares) del gasto público para el 2015 a fin de reducir el déficit, abultado por los miles de millones que se gastaron para salvar a los bancos de la bancarrota.