El grupo de espeleólogos entra con dificultad a una de las cuevas de Toro Toro, en el centro de Bolivia, y estudia las estalagmitas: algunas de ellas contienen claves que permitirán descubrir los patrones de lluvia en los últimos 4.000 años en Sudamérica.
El Instituto para la Investigación y el Desarrollo (IRD), institución científica francesa, dirige esta investigación que permitirá conocer los ciclos de la lluvia en los últimos 40 siglos y pronosticar lo que se puede esperar en el clima del futuro.
Jean Louis Guyot, hidrólogo y espeleólogo francés del IRD, dirige la expedición en Toro Toro, una región típicamente montañosa con profundos cañones y una cincuentena de cavernas.
Allí recolectan las estalagmitas necesarias para el estudio.
Al recoger las muestras, Guyot reitera que «esto permitirá concluir los datos sobre las variaciones del monzón sudamericano en los últimos 4.000 años, que es el primer factor que va a modular la variabilidad climática en todo Sudamérica en el futuro».
Las estalagmitas -que en las cavernas crecen desde el suelo- y las estalagtitas -que crecen desde el techo- se forman durante siglo a partir de los elementos contenidos en el agua que se filtra entre las rocas.
Las gotas van cayendo en las cuevas y depositando muy lentamente el mineral que portan disuelto. Poco a poco se forma un roca alargada que va creciendo muy lentamente a lo largo de siglos.
Dado que la formación de estalagmitas depende del agua que se filtra en las cuevas -y por ende de las lluvias- es por eso que éstas permiten trazar con precisión cómo fue el clima en el pasado.
«Una buena muestra de estalagmitas debe estar preservada; estar activa, es decir con goteo permanente desde la estalagtita en la parte superior de la caverna. Requerimos unas pequeñas muestras que nos permitan encontrar datos de los últimos 4.000 años», dice el científico franco-marroquí Abdel Fattah.
Las estalagmitas «son un marcador directo: su velocidad de crecimiento corresponde exactamente a la «canilla» de las lluvias pasadas», explica Guyot.
La estalagmita cuenta con la preferencia científica en los últimos cinco o diez años, explica el investigador, puesto que la muestra es más fácil de recolectar, menos costosa y menos delicada de transportar o conservar que una muestra que se saque de un glaciar.
Tiene también la ventaja de los datos que aporta: esquematizando, «para trazar 40 a 50.000 años de historia del clima se necesita de 100 a 200 metros de profundidad de una muestra de glaciar. Pero con una estalagmita de un metro es suficiente», dice Abdel Sifeddine, climatólogo de la expedición.
Recurrir a la estalagmita no es algo nuevo. En China muestras han permitido seguir la evolución de los monzones en Asia sobre 224.000 años.
Y en las cavernas de mundo es «la carrera de las estalagmitas» desde hace algunos años, bromea Guyot.
De Toro Toro, el equipo extrae una decena de estalagmitas de 5 a 80 centímetros. Con la luz verde de las autoridades» y escogiendo aquellas que están escondidas, fuera de la vista», subraya.
Las muestras deben ser llevadas a Sao Paulo (Brasil) para los exámenes químicos y de datación y luego a un centro especializado en Estados Unidos.
En juego está la primera serie de informaciones directas sobre la historia milenaria de las precipitaciones en Bolivia.
También será crucial los datos que permitan entender las variaciones del clima y las lluvias en la Amazonía, pulmón del planeta, y donde hay una gran incógnita a nivel de previsiones, confiesa Guyot.
«Toro Toro tiene el potencial para librar elementos de hasta 40.000 o 50.000 años, ayudar a elaborar modelos y decirnos por ejemplo si estamos en una fase de crecimiento o decrecimiento» de lluvias, dice Sifeddine.