Buscan apoyo para frenar represa


El cacique Raoni, jefe de los kayapos, indios guerreros de la Amazonia, confió el miércoles en Parí­s en que los dirigentes europeos con los que hablará en Francia, Luxemburgo y Mónaco, lo apoyen para preservar el pulmón del planeta, amenazado por una represa gigante.


«He sido enviado por todos los indios de la región Kayapo para obtener fondos para proteger la selva», afirmó a la AFP Raoni Metukire, que representa a los 6.300 miembros del pueblo kayapo, hundido en la selva amazónica en el estado brasileño de Pará, acompañado por el escritor francés Jean Pierre Dutilleux, co-autor de «Raoni, memorias de un jefe indio».

El jefe Raoni será recibido el jueves por el ex presidente francés Jacques Chirac (1995-2007), que escribió el prefacio del libro y con quien mantuvo varios encuentros desde 1989, cuando vino por primera vez a Europa para lanzar una campaña en defensa de los pueblos indí­genas de la Amazonia.

Entonces la fotografí­a del jefe Raoni con su corona de plumas amarillas y su disco labial de madera de 20 cm de diámetro junto al cantante británico Sting, dio la vuelta al mundo.

Aquella campaña fue un éxito pues permitió delimitar las fronteras de la reserva de 195.000 km2 –seis veces la superficie de Bélgica– atravesada por el rí­o Xingu.

Veinte años después, a la amenaza de los buscadores de oro, los «garimpeiros» y de la tala indiscriminada, se suma «una nueva amenaza: la represa de Belo Monte» autorizada por el gobierno de Brasil, explica Dutilleux.

Belo Monte, que aspira a ser a partir de 2015 la tercera del mundo detrás de Tres Gargantas en China e Itaipú, en la frontera entre Brasil y Paraguay, es un proyecto de 11.000 millones de dólares que producirá 11.000 MW de máxima.

Sus detractores –unas 60 ONG– afirman que Belo Monte inundará una zona de 500 km2. Los kayapos dicen que la represa afecta a más de 20.000 personas que viven en la región.

¿Y el presidente Lula? «He hablado mucho con él para que no haga la represa», respondió el jefe Raoni preguntado sobre si comprendí­a los motivos por los cuales el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dio luz verde a ese monumental proyecto.

«No sé por qué lo hace», agregó el cacique indio vestido con pantalones pero con el torso y los brazos desnudos pintados de negro, una señal de guerra.

«Por eso me gustarí­a que ellos (los dirigentes con los que hablará en Europa) lo llamen por teléfono para expresarle la creciente preocupación de los indios ante la construcción de esa represa», respondió el jefe Raoni.

Dutilleux, que describe en el libro el «océano verde de bosques primarios» que descubrió en 1973 cuando viajó por primera vez a la Amazonia, asegura que la represa de Belo Monte «es la punta del iceberg» de las 220 represas previstas en la región hasta 2030.

Raoni, que se describe como un hombre de paz, dijo al llegar a Parí­s que pidió a sus «guerreros prepararse» ante la amenaza de la represa.

«Estoy preocupado y no sé cuánto tiempo podré controlarlos (…) Por eso vine a Europa para intentar negociar (…) para evitar una situación dramática», explicó Raoni sin levantar la voz, mientras un asistente de su pueblo aseguraba que «3.000 guerreros kayapos están listos para combatir».

Aunque los organizadores de la visita del jefe Raoni preveí­an una reunión con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, citado en el libro durante un encuentro con el cacique en Brasilia en septiembre de 2009, fuentes de la presidencia indicaron a la prensa que no hay ningún encuentro agendado.

Según el libro, aquel dí­a Sarkozy dijo a Raoni: «Lo voy a ayudar. Cuando venga a Parí­s lo voy a recibir».

El jefe Raoni cenará con el presidente de Renault, el brasileño Carlos Goshn, y se reunirá con la número dos de la alcaldí­a de Parí­s, Anne Hidalgo.

Después de visitar otras ciudades de Francia, viajará a Luxemburgo y el martes se reunirá en Mónaco con el prí­ncipe Alberto, presidente de una fundación dedicada a la defensa del medioambiente.

A Raoni, de unos 75 años, que se presenta como el «último gran cacique de los kayapos», le preocupa su sucesión, pero el miércoles por primera vez en esta gira confesó su «esperanza».

«En el centro de la reserva hay indios que no tienen contacto con nadie y creo que entre ellos habrá algún gran guerrero» que también lleve el disco labial de madera, sí­mbolo de quienes están dispuestos a defender la tierra con su propia vida.