«En la penumbra de la noche, en una sala de hospital, la voz de una enfermera, es un viento de esperanza».
Ricardo Gatica Trejo.
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 Muy orgulloso, el doctor Guillermo Echeverría, director Ejecutivo del Hospital Roosevelt, tras la celebración ayer, del Día de la Enfermera y luego de colocarle el distintivo de Eficiencia a la jefa de enfermería, licenciada Aura Monroy,  «Seño Auri»  inspecciona el hospital.
 También recibió el distintivo la subjefa de enfermeras, seño María del Rosario España. En este Día de la Enfermera en Guatemala, he podido recordar mis pasos por el Roosevelt y descubrir, cómo en cada corredor, en cada sala, en cada aula, en cada lugar, hay una enfermera, para un total  de  880 enfermeras auxiliares y 175 graduadas.
Son ellas las enfermeras la  verdadera fortaleza en cualquier hospital del mundo. En traje blanco o celeste quienes tienen toda la carga de la atención hospitalaria a los pacientes, las 24 horas del día,
 Cada una  guarda historias para recordar. Historias de vida, desde el nacimiento de un bebé hasta la atención a enfermos terminales. Y para cada uno de ellos, siempre una sonrisa, una palabra de aliento o una mirada cargada de amor.
La Escuela de Auxiliares de Enfermería del Roosevelt, dirigida por la seño Margarita Nájera,  continúa preparando a las mujeres y en tiempos más recientes, a los hombres, para ejercer esta silenciosa, pero siempre eficiente labor humana.
Al concluir allí muchas pasan a  las Universidades, Mariano Gálvez, Landívar o San Carlos, en donde se gradúan de licenciadas, con especialidades: emergencia, pediatría, neonatología. El denominador común, es prepararse para atender de una manera más profesional y humana, a cada guatemalteco que necesita asistencia hospitalaria. Y allí en el Roosevelt como su lema lo dice atender con calidad y calidez.
¿Podría acaso, negarse el papel que juega una enfermera en la vida diaria del guatemalteco?
Y cuando la madrugada avanza sobre la sala hospitalaria, a más de Dios, las enfermeras están con los pacientes.
Y cuando la angustia sobre el   futuro de un enfermo, agobia más que el mismo mal la palabra suave y directa de una enfermera aclara el panorama.
Ejemplos de enfermeras que pasan el umbral de la profesión y quedan en el humanismo, los hay a cada momento. Un aporte para el transporte de una mujer que no tiene como marchar a su casa con el bebé recién nacido. Una ropa para quien abandona el hospital tras ser asaltado. O la palabra de aliento para el padre que espera en la sala.
Este es el momento de agradecer a las enfermeras su aporte diario, para  una Guatemala mejor.