Buena producción petrolera para Cuba


Petróleo. Un tanque que transporta petróleo sale de la planta de Santa Cruz en La Habana.

Dios que protege contra las enfermedades de la piel y el sida, San Lázaro guió a los cubanos un 17 de diciembre -su dí­a- hasta este punto 39 km al este de La Habana, hace más de dos años, y le mostró que bajo las aguas estaba el petróleo que tanto necesitaban.


Así­ piensan los muchos seguidores de Babalú Aye, el también orishá (dios) de la santerí­a cubana. Pero otros, más crédulos en sus conocimientos y aparatos cientí­ficos, dicen que ese dí­a descubrieron este yacimiento, el más joven y de petróleo menos denso (18 grados api) de la franja de crudos pesados del norte de Cuba.

A pocos centenares de metros de la costa, el ingeniero Luis Saborit dirige las operaciones de la brigada que tiene 90 dí­as para perforar uno los ocho pozos de este yacimiento, todaví­a en inicios, con unos 5 mil 600 barriles diarios.

«Cuando estén terminados todos los trabajos, la producción del yacimiento podrá llegar a 20 mil barriles diarios», dice bajo su casco protector y enfundado en su overol azul.

Una bandera china flota al aire en las cercaní­as. Se trata de que el equipo de excavación vertical, inclinada u horizontal es arrendado a una compañí­a de ese paí­s, pero las operaciones del yacimiento la comparten Cuba Petróleos (Cupet) y Peberco, de Canadá.

En tierra y aguas someras, Cupet se asoció con compañí­as de Canadá (también Sherrit) y China. En las aguas profundas del Golfo de México los asociados son de España, India, Suecia, Canadá y Malasia. Se negocia con Venezuela y, según rumores, con Vietnam y Brasil.

Saborit explica que la excavación del pozo actual es de unos 4 mil 300 m. «Como promedio, en todos los pozos habrá que adentrarse tres kilómetros en el mar», dice.

La franja de crudos pesado del norte occidental de Cuba se extiende desde Tarará, en las afueras de La Habana hasta poco después del famoso balneario de Varadero. En ella hay varios campos: Santa Cruz, Boca de Jaruco, Yumurí­, Puerto Escondido y Varadero.

A lo largo de la Ví­a Blanca, la carretera de 100km que separa La Habana de la ciudad de Matanzas, el viajero comienza a divisar torres, excavadoras, tanques, tuberí­as y camiones cisternas, el modesto mundo cubano del petróleo.

De ahí­ sale un crudo denso, con alrededor de 6% de azufre, pero que los petroleros cubanos quieren con el amor que se le dispensa al hijo feo, pero bueno. «í‰se fue el que nos salvó de los apagones en los 90, por ése fue que no nos paralizamos», dice un viejo especialista cuya vida ha transcurrido entre estos campos.

Durante los años de alianza con la Unión Soviética, Cuba recibí­a 12 millones de toneladas de petróleo, a precios preferenciales. Cuando desapareció el bloque comunista, la isla se sumió en la crisis, con una industria basada en siete grandes termoeléctricas, altas consumidoras de petróleo.

Encontrar el crudo pesado y adaptar las termoeléctricas a consumirlo, fue obra de años y dinero, que tuvieron que aportar socios extranjeros.

A unos 200 metros de la torre donde Saborit y sus obreros excavan, se alza una de las siete «bestias» generadoras, la termoeléctrica de Santa Cruz, primero vencida por el crudo pesado reformado y ahora amenazada de desaparecer bajo la denominada «revolución energética», que prevé su sustitución por baterí­as de grupos electrógenos.

Pero se niega morir. Dos de sus unidades fueron preparadas para utilizar gas como combustible alternativo en sus calderas -hasta 660 mil metros cúbicos diarios-, proyecto que quedará concluido a fines de 2008.