Buen ejemplo de trabajo social el de la Fundación Misericordia


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Gobiernos que hemos tenido en cercanos y lejanos tiempos han realizado obra de carácter social, pero lamentablemente han dejado algunos vacíos de protección en cuanto a la niñez, a los ancianos y ancianas y a otros seres humanos en plena indigencia.

Marco Tulio Trejo Paiz


El hospicio, las guarderías infantiles, algunos falansterios, los hospitales, etcétera, han prestado servicios a la pobrería; pero, evidentemente, ha habido deficiencias en esos establecimientos.

Hace unos días llegó a nuestras manos una interesante información de la Fundación Misericordia, referente al trabajo que en beneficio de las personas de los estratos más humildes de la sociedad se viene realizando en esta capital, en la ciudad de Antigua Guatemala y en otros lugares del país.

Para principiar las realizaciones sociales de la mencionada Fundación, citaremos cuatro importantes proyectos: El Orfanato Valle de los Ángeles, las Hermanas de los Ancianos Desamparados, la Geriátrica María y la Capilla de Adoración Perpetua de Palencia.

En dichos centros se está atendiendo a los niños huérfanos, a los ancianitos y ancianitas de extrema pobreza, muchos de ellos en plena soledad porque han desaparecido sus familias.

En la Capilla de Adoración Perpetua de Palencia, cuyo inmueble prácticamente está terminado en la parte exterior, hay buen número de personas añosas a las que se da alimentación y otros servicios. En la capilla permanece expuesto el Santísimo Sacramento para ser objeto de adoración durante horas y horas por almas generosas.

A nivel nacional, hay más de 60 capillas dedicadas a la adoración perpetua, las cuales virtualmente se convierten en imanes de fieles, pues diariamente aumenta su concurrencia.

La Fundación Misericordia ha hecho grandes esfuerzos para sufragar los gastos de los establecimientos de filantrópica atención y, para poder continuar la obra social, se siente optimista, con esperanza y confianza en el sentimiento cristiano de la sociedad de que seguirá  brindando progresivamente sus plausibles aportes económicos.   

A lo largo y a lo ancho de la Patria se ven connacionales, sobre todo infantes y adultos mayores necesitados de atención respecto de alimentación, de ropa usada, de albergue, de tratamiento médico y medicinas; en verdad, de todo lo que demanda su precaria situación.

El papá Estado, como todos sabemos, no siempre está en condiciones de hacer frente a las necesidades ingentes y urgentes de los diferentes sectores sociales del país, por lo que toda ayuda de personas, en lo que concierne a recursos económicos, será recibida con reconocimiento y gratitud por la benefactora Fundación Misericordia.

Vivimos o medio vivimos en esta actualidad nada generosa para la enorme mayoría de compatriotas urgidos de los satisfactores indispensables, entre ellos la educación, la alimentación, la salud, la vivienda y todo lo demás que puede ser considerado como vital. Entonces, la labor tan valiosa como la que viene realizando con la agobiante cruz a cuestas la entidad cristiana de referencia, es realmente importante y muy necesaria.

La benéfica institución, que afortunadamente logra colectar donativos de pobres y ricos de sensibilidad humana y esencialmente cristiana, aunque siempre anden faltando los recursos, trabaja con el propósito de practicar el bien por el bien mismo, con íntima satisfacción.

Francamente, es encomiable y digna de reconocimiento por la sociedad, la meritoria actividad de la Fundación Misericordia tan misericordiosa, valga la expresión.
   
En las campañas nobles, altruistas, que se realizan en bien de los desheredados de la fortuna, todos los guatemaltecos, adinerados y no adinerados, pero de sensibilidad muy humana, profundamente humana, debemos colaborar dentro de nuestras posibilidades, porque son numerosos nuestros conciudadanos que paladean las amarguras del destino, sumergidos en la  pobreza, en sus primeros años de vida y en el ocaso de la existencia.

Solidarios y, con acendrado amor al prójimo, debemos poner nuestro grano de arena para atenuar, siquiera atenuar, la situación de los que sufren.