Brasil quiere hacer historia en el Mundial de Japón


El reino de Brasil en el voleibol se hará un lugar entre los más brillantes de la historia si el conjunto sudamericano logra conservar su tí­tulo de campeón del mundo este fin de semana en Tokio.


Los tres últimos equipos en poder impedirlo serán Serbia, su primer rival, el sábado, Bulgaria y Polonia, los dos invitados sorpresa de la segunda semifinal.

Si ganaran la final del domingo, los brasileños lograrí­an su tercer tí­tulo mayor consecutivo tras el Mundial de 2002 y los Juegos Olí­mpicos de 2004. Sólo dos paí­ses lograron una hazaña parecida: la Unión Soviética, en dos ocasiones de 1960 a 1964, y después de 1978 a 1982, y Estados Unidos, de 1984 a 1988.

La serie brasileña serí­a única ya que los auriverdes llevan cuatro triunfos en Liga Mundial, la cita anual creada en 1990.

El entrenador Bernardo Rezende «Bernardinho» ha modificado muy poco su efectivo y sus jugadores más importantes son más o menos los mismos este año en Japón, que hace cuatro en Argentina.

El jugador emblemático de esta generación superdotada es el receptor ofensivo Giba, un campeón de talla modesta para su deporte (1,92 m), pero que tiene un gran control técnico y explosividad. Está considerado por muchos expertos como el mejor jugador del mundo.

Brasil tropezó una vez contra Francia (3-1), en el inicio de una larga serie de nueve partidos de grupos, que condujeron a semifinales. Tuvo un desempeño ascendente, hasta el 3-0 infligido a Italia, campeón de Europa, el martes.

Los brasileños son grandes favoritos frente a los serbios, porque han ganado todas sus confrontaciones directas importantes estos últimos años, como las finales de la Liga Mundial en 2003 y 2005, y porque los herederos de la ex Yugoslavia parecen haber bajado su nivel en los últimos años.

Los hermanos Grbic, Nikola el pasador y Vladimir el atacante, y varios de sus compañeros ya presentes en el tí­tulo olí­mpico en 2000, ya han superado ampliamente la treintena de edad.

La segunda semifinal opondrá a dos ex grandes equipos que habí­an dejado la escena desde hace décadas. Ese es el caso de Polonia, ausente de los podios mundiales y olí­mpicos desde la época dorada, en la que ganó el oro en el Mundial de 1974 y en los Juegos Olí­mpicos de 1976.

Los polacos se beneficiaron de un inicio fácil, pero sacado adelante con facilidad (siete veces consecutivas 3-0), antes de dar dos grandes sorpresas al eliminar a Rusia (3-2), y después batiendo a Serbia (3-0), en un partido en que el premio era evitar a Brasil en semifinales.

Los enormes polacos (8 de los 12 jugadores superan los dos metros) tendrán de nuevo el papel de presa, pese a que han sido los únicos que han ganado sus nueve partidos en el torneo.

Su rival, Bulgaria, tiene una pasado menos glorioso – su último gran resultado es una medalla de bronce mundial en 1986 -, pero cuenta con jugadores de primera lí­nea como Vladimir Nikolov y Matey Kaziyski, de 22 años, una futura superestrella de un servicio devastador.