La fiesta que Río de Janeiro vivió el 2 de octubre al ser designada sede de los Juegos Olímpicos de 2016, dio paso con los días al realismo y hoy la Ciudad Maravillosa se prepara para enfrentar el monumental desafío que tiene por delante en materia de seguridad e infraestructura.
«Para Brasil, los Juegos Olímpicos serán la reafirmación de la autoestima de un pueblo»: así definía el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva el sentimiento del país sobre la candidatura, poco antes de conocerse el resultado de la votación del Comité Olímpico Internacional (COI) en Dinamarca.
Serán los primeros Juegos en América del Sur, y aunque eso aumenta la responsabilidad del deporte brasileño a los ojos del mundo, las autoridades han prometido que serán «los mejores Juegos Olímpicos de la Historia».
El gobierno federal ha comprometido apoyo financiero para esta ciudad de paisajes deslumbrantes, pero que presenta problemas graves y endémicos de pobreza, violencia, inseguridad, además de sistemas de transporte e infraestructura endebles para sus seis millones de habitantes.
Las inversiones previstas inicialmente rondan los 15.000 millones de dólares, dirigidas principalmente al transporte para agilizar el traslado en las caóticas calles cariocas, instalaciones deportivas y hoteleras, Río cuenta con la mitad de las plazas necesarias según las normas del COI.
Luego de la designación, las advertencias de propios y ajenos se han multiplicado sobre cuáles deberían ser los focos de atención de las autoridades de cara a los Juegos. A fines de octubre, fue el ministro de Justicia de Brasil, Tarso Genro, quien sonó la alarma.
«Si el ritmo actual de inversión en seguridad pública y de calificación para seguridad en Río sigue como está, no llegaríamos a una situación satisfactoria. Por tanto, debemos triplicar el ritmo de trabajo y de inversiones necesarias para que la seguridad pública mejore y en 2016 estemos preparados», estimó.
Genro habló apenas 10 días después de los hechos de sangre más violentos que sacudieron a la ciudad en 2009, a poco de conocerse el resultado de la votación del COI. Era una tarde de sábado, el 17 de octubre, cuando atónitos, los habitantes de una de las mil favelas de la ciudad, llamada «Morro dos Macacos», veían caer en llamas a un helicóptero de la policía militar derribado por balas de narcotraficantes, con saldo de tres de sus ocupantes muertos.
Los enfrentamientos se prolongaron por 10 días y se saldaron con 45 muertos, entre ellos varios civiles, por choques entre grupos de criminales con la policía. El coordinador del programa Ciudades Más Seguras de la agencia Hábitat de la ONU, el colombiano Elkin Velásquez, dijo luego que «es preciso comenzar ahora con las medidas» de prevención para poder garantizar la seguridad en 2016.
Con este objetivo, el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, creador de la política «Tolerancia Cero» que mejoró el control de la delincuencia urbana en la Gran Manzana durante su mandato (1994 a 2001), será el consultor de seguridad de las autoridades de Río.
La alegría de la mayoría de los cariocas en octubre, deberá asimismo dar paso a un enorme esfuerzo de infraestructura que las autoridades esperan ayude a subsanar algunos problemas importantes de la ciudad, como la contaminación de la hermosa bahía de Guanabara o el tránsito alocado.
Vías especiales para buses hacia los sitios de competencia, recuperación de aguas poluidas y cruceros que funcionarían como hoteles flotantes, son algunas de las soluciones previstas, que se ensayarán también en el 2014, cuando Río sea una subsede de la Copa del Mundo de fútbol que se desarrollará en Brasil.