Brasil


No cabe duda que la riqueza en el mundo está distribuida de manera irregular. Mientras hay paí­ses sumidos en la miseria o en camino a la pobreza, otras partes del globo gozan de cierta bonanza que les permite vivir relativamente tranquilos y convertirse solamente en testigos del apuro casi global.

Eduardo Blandón

Digo esto porque recientemente, por poner un ejemplo, he leí­do un artí­culo sobre el «boom» por el que atraviesa Brasil, que le permite a los gobernantes de turno soñar en una sociedad mejor y finalmente dar el salto hacia el desarrollo. Los cariocas, aparentemente, viven dí­as de gloria y ya planifican, me imagino, no regresar jamás al lugar de donde ahora salen.

Los datos a los que el artí­culo alude se concentran sobre todo lo relativo al petróleo. Petrobras, dice, es la compañí­a petrolera que ocupa el tercer lugar de las empresas americanas, sólo por detrás de Exxon Mobil y General Electric. Por consiguiente, imagí­nese usted, delante incluso de Microsoft. Su valor en la bolsa se aproxima a los 300 mil millones de dólares.

La explotación del petróleo va viento en popa. Además de los pozos de Campos que Petrobras ha explotado desde hace 40 años, recientemente, en octubre de 2007, se trabaja en la explotación de una nueva fuente ubicada en la Cuenca Santos, llamada «Yacimiento de Tupi». Tras el descubrimiento, José Gabrielli, presidente de Petrobras, ha dicho que «las reservas de Brasil podrí­an aumentar hasta un 50 por ciento».

«Es una noticia extremadamente auspiciosa. Hoy estamos con 14.400 millones de barriles de reservas de crudo y gas equivalente. Con esa reserva imaginamos que podremos estar en algún lugar entre Nigeria y Venezuela», dijo Gabrielli.

Algo parecido dijo Haroldo Lima, director general de la Agencia Nacional del Petróleo, quien, además, explicitó que los yacimientos brasileños podrí­an alcanzar los 33 mil millones de barriles de crudo. Es decir, afirmó, que la compañí­a nacional Petrobras podrí­a ocupar el tercer lugar de las reservas mundiales de petróleo.

La historia parece un sueño. En 2006 Brasil producí­a para el autoconsumo 2,3 millones de barril por dí­a, pero ya era autosuficiente. De aquí­ en adelante las cifras de producción alcanzaron también para la exportación. Con el último yacimiento encontrado (unos 15 pozos en exploración), las cosas mejorarán significativamente.

Un futuro prometedor dijo Gabrielli, esto «contribuirá para aumentar las ventas petroleras, a la valorización de la moneda brasileña y, por lo tanto, a la reducción de las exportaciones y a una desindustrialización del Brasil».

Si todo lo dicho no lo persuade de que la riqueza tiene una distribución extraña, no sé qué pueda hacerlo cambiar de parecer. El caso es que desde aquí­ siento la misma sensación que cuando veo a mi vecino sacar su Mercedes del año: un poco de envidia, un poco de frustración, un poco de furia.