Bossi: el hombre fuerte de Berlusconi


Silvio Berlusconi (I), primer ministro electo de Italia, volverá al poder luego de salir ante la derrota electoral con Romano Prodi, quien lo sucedió en la jefatura de Estado.

El personaje más inquietante de la polí­tica italiana, el controvertido lí­der de la xenófoba Liga Norte, Umberto Bossi, que pregona la tolerancia cero con los inmigrantes y defiende la riqueza del norte industrializado, es el verdadero hombre fuerte del nuevo gobierno italiano.


El «senatur», como suele ser llamado por la prensa por haber sido senador, de 66 años, es un polí­tico que dirige su partido en la sombra, sobre todo después de que sufrió un derrame cerebral en 2004 que lo dejó balbuceando y con dificultades para caminar.

Del polí­tico que irrumpió a comienzos de los años 90 con discursos violentos sececionistas contra la llamada «Roma ladrona» y que insultaba la bandera italiana con la que decí­a se limpiaba el trasero, queda el mensaje demagógico y pragmático.

El extraordinario resultado electoral del movimiento federalista y populista Liga Norte, que duplicó su caudal electoral en menos de dos años pasando del millón y medio de votos a 3 millones el 13 y 14 de abril pasados, lo catapulta como el polí­tico más influyente del gobierno que liderará a partir de mayo el magnate de las comunicaciones Silvio Berlusconi.

La avalancha de parlamentarios de la Liga Norte que formarán parte del Congreso italiano están dispuestos a cambiar «cuesta lo que cueste» los mecanismos del poder de la pení­nsula, tal como lo exigen sus electores.

A dirigentes de la Liga serán adjudicados puestos tales como el ministerio del Interior, de las Reformas y de la Economí­a, la dirección de la radio y televisión pública RAI así­ como numerosas entidades públicas.

Tampoco se excluye que manejen el ministerio de Agricultura, fundamental para administrar los fondos de la Unión Europea, ni el de la Salud, para cumplir un modelo norteño de seguridad social.

El grupo «anticasta» de Bossi no pide más la independencia de la mí­tica Padania, sino que promete un Estado eficiente, «sin castas», que proteja sus intereses frente a la globalización, baje los impuestos y ofrezca seguridad contra la inmigración, lo que atrajo electorales tanto de de derecha como de izquierda.

Muchos se preguntan si el «fenómeno» de la Liga, que se convirtió en el «partido de los trabajadores», otrora representados por el Partido Comunista, que por primera vez en 60 años no estará representado en el Parlamento, resistirá sin Bossi.

«Nuestros militantes crecen, se forman y se entrenan en las administraciones municipales y locales. Trabajan en el territorio, sobre temas concretos. Cuando llegan al Parlamento no se les escapa ni una enmienda», explicó uno de sus lí­deres claves, Roberto Maroni, probable futuro ministro del Interior.

Con su tradicional estilo crudo Bossi anunció durante las pocas horas que permaneció la semana pasada en Roma su programa de gobierno: «Federalismo fiscal, basta impuestos, basta Roma con sus reuniones polí­ticas, fuera los clandestinos».

El estudiante de medicina que nunca terminó sus estudios, comenzó su carrera polí­tica en los años ochenta con la Liga Lombarda y obtuvo su primer inesperado éxito en las elecciones generales de 1992 con la Liga Norte mientras Italia estaba sacudida por los escándalos de corrupción de «Tangentopoli».

Como entonces, Bossi agita ahora el descontento y la indignación popular contra el Estado corrupto y los privilegios de la casta polí­tica.

Ello no le ha impedido en el pasado recomendar a uno de sus cinco hijos y al hermano como asistentes en el Parlamento Europeo, con sueldos de cerca 12 mil euros.

Más severo fue cuando el mismo hijo aspiraba a participar en «La isla de los famosos»: se lo prohibió sin titubeos y lo amenazó públicamente con su tradicional lenguaje. «Lo agarro a patadas», advirtió.