Bomberos: héroes que apuestan por la vida


Pese a los riesgos y limitaciones que enfrentan los cuerpos de socorro en un paí­s con altos í­ndices de inseguridad, los bomberos trabajan diariamente a favor de las ví­ctimas de la violencia, en las catástrofes naturales y durante los accidentes; son héroes anónimos que apuestan por la vida del prójimo, arriesgando la propia desinteresadamente.

Mariela Castañon
mcastanon@lahora.com.gt

Sin pensarlo dos veces, los bomberos se arriesgaron cuando se acercaron a las llamas para poder extinguirlas. En un reciente incendio en el Mercado Central de la capital guatemalteca, los cuerpos de socorro dieron una muestra de lo que para ellos es una labor diaria, pero que pocos reconocen.

En Guatemala, el papel de los cuerpos de bomberos Municipales, Voluntarios y Departamentales ha cobrado relevancia en las situaciones que se han agudizado en los últimos años, como la violencia, las catástrofes naturales, y los accidentes de tránsito.

Los socorristas de la capital y del interior del paí­s estiman que en un dí­a normal pueden atender hasta 12 emergencias relevantes, pero en dí­as «fuertes», el número puede ascender hasta 45 servicios; no importa la hora, la época del año o los dí­as festivos, pues siempre están anuentes a trabajar para atender a quien lo necesite ante cualquier eventualidad.

Representantes de los cuerpos de socorro confirman que solo un porcentaje de sus integrantes es asalariado, sin embargo el pago es un reconocimiento material que no se compara con la importancia de su labor. Pero la mayorí­a lo hace de forma voluntaria y desinteresada.

Los Bomberos Municipales tienen nueve estaciones en la capital y las conforman alrededor de 60 elementos, de los que solo unos cuántos reciben un salario; mientras que el Cuerpo Voluntario de Bomberos cuenta con 127 compañí­as en los 22 departamentos del paí­s, con 4 mil 800 integrantes, de los cuales solo 420 son asalariados. El resto presta su servicio de forma gratuita.

De acuerdo con entrevistas realizadas por La Hora, los socorristas coinciden que con el paso del tiempo los retos se han incrementado en todas las regiones del paí­s. La inseguridad es uno de los nuevos retos a asumir, pues varias de las emergencias cubiertas van acompañadas de entornos violentos, aunque el incremento de emergencias por desastres naturales es otro factor importante que marca el ritmo de su labor.

INSEGURIDAD

Con el paso de los años, la inseguridad y la proliferación de grupos criminales coloca en una situación vulnerable a los socorristas, quienes sufren el asedio de las pandillas que bajo amenazas obligan a trasladar a miembros de su clica a un centro asistencial, aunque estén muertos.

También se ha llegado al extremo de que pandilleros han baleado las ambulancias de los socorristas, cuando estos no llegan pronto al lugar que solicitan.

Un bombero asignado a una estación de la colonia Alameda, zona 18, relata que las emergencias en este sector son varias y en algunos casos arriesgadas, sin embargo, deben cumplir con la labor que les fue encomendada.

«Claro, en este sector atendemos emergencias de todo tipo; obviamente, en algunos casos hay que arriesgarse por los grupos de jóvenes que operan en esta área, pero es nuestro deber salvar la vida de cualquier persona, no importa quien sea», indica.

Según el relato de los entrevistados, también han tenido que manejar ambulancias con pandilleros armados que amenazan con matar a los socorristas si no salvan la vida del integrante de su clica. «Aunque estén muertos nos han obligado a llevarlos al hospital, no queda de otra más que hacerlo porque ellos son capaces de matar, más en un momento de tensión», resalta la fuente.

EL VALOR DE LA VIDA

A pesar de las circunstancias complicadas, los socorristas afirman que no hay mejor satisfacción que ver a un niño nacer u observar la recuperación de una persona que estuvo al borde de la muerte.

El Oficial Mayor de Bomberos Municipales, Juan Manuel Pérez, de servicio en la estación central y con 32 años de labor, describe como un «milagro» ver el nacimiento de niños, aunque es algo normal entre las emergencias que atiende un socorrista. «Nunca deja de apreciarse el don de la vida».

«La satisfacción que este bendito trabajo nos ha dado a muchos es poder traer a la vida a nuevos seres. Tuve una experiencia muy agradable viniendo de la estación de Villalobos; traí­amos a una persona de unos 42 años que vení­a en estado de gravedad y para ella era un parto común y corriente. En el momento que veo en el espejo (yo manejaba la ambulancia) el bombero me hace señas que el trabajo de parto era inminente. Detengo la unidad y me voy atrás con el compañero», recuerda con evidente emoción.

«Atendimos el parto de la señora, tuvimos la suerte de recibir gemelos con un intervalo de un minuto cada uno; la madre y sus hijos ingresaron con vida al hospital Roosevelt», dice el Oficial Mayor.

Según Pérez, también existen momentos difí­ciles en su carrera, pues el perder a sus compañeros en labores de rescate le ha causado un profundo dolor.

«Lo peor es perder a un compañero, porque nosotros no perdemos amigos sino hermanos, porque este trabajo es de 24 horas. Acabamos de salir de la época de Navidad y trabajamos 24 más 24 más 24; convivir con un grupo de personas 72 horas es estar en familia, es compartir muchas cosas y cuando hemos visto morir a uno de ellos por accidentes del trabajo nos duele mucho», indica. Según el entrevistado, uno de los casos es el de Ví­ctor Manuel Estrada, quien murió hace tres años por fracturas, cuando atendí­a el rescate en un barranco en la colonia Villalobos, en El Mezquital. El fallecido era el jefe de estación.

«Muertes trágicas hemos tenido varias, recuerdo la muerte del Mayor Carlos Cruz Navas, que irónicamente sucedió en El Mezquital, atendiendo una emergencia de un cortocircuito bajo el agua; él fue alcanzado por un cable del fluido eléctrico y falleció de un infarto», destaca el bombero.

SATISFACCIí“N

También en el Cuerpo Voluntario de Bomberos hay mucho que contar. El galonista II, Ernesto Chiroy Arriaga, quien ahora está asignado a la estación de la colonia Alameda I, ubicada en la 13 calle y 25 avenida, zona 18, resalta la satisfacción que le ha dejado ayudar a personas que a pesar de lo mal que se encontraban lograron sobrevivir, como el caso de un conductor del transporte urbano.

«Recuerdo que a finales del año pasado atacaron un bus en la esquina de la colonia Elim. El señor iba muy mal; tení­a tres heridas de arma de fuego en la cara. Es más, todaví­a tení­a una ojiva de bala en la nariz y pensé que no iba a sobrevivir porque una señora que estaba atrás de él ya estaba muerta cuando llegamos; él fue el segundo que atendimos», relata.

Según el socorrista voluntario, ese dí­a varios bomberos bajaron de la unidad al herido, que fue trasladado al Hospital Roosevelt, con pocas esperanzas de vida. Como es costumbre, cumplieron con su labor sin saber el desenlace del piloto de bus.

Sin embargo, en abril de este año, el conductor buscó al socorrista, a quien no pudo olvidar luego de que le salvara la vida. Le llamó al teléfono de la cabina de la estación de la colonia Alameda y ahí­ le agradeció por el esfuerzo para ayudarlo a sobrevivir.

«Gracias por vos estoy vivo, me salvaste la vida», le dijo el conductor al socorrista, que con gran satisfacción escuchó a un sobreviviente de la violencia que impera en el paí­s.

LABOR INNOVADORA

Según los bomberos, con el tiempo han tenido que profesionalizarse, capacitarse y adquirir nuevos conocimientos, debido a la proliferación de enfermedades que deben atender, nuevos procedimientos de rescate y los retos que implican los altos í­ndices de violencia y las catástrofes.

Antes, según las fuentes, era suficiente tener conocimiento básico de rescate. Ahora deben capacitarse en cada área que atienden, es decir, en incendios, en partos, en atención de heridos, etc.

Hoy en dí­a, afirman los cuerpos de socorro, es arriesgado atender a un paciente sin guantes de látex, sin embargo, esta amenaza es latente, porque varios de los Bomberos Departamentales no cuentan con todos los recursos, pues si en la misma capital todaví­a hay casos de este tipo, en el interior del paí­s las circunstancias son más difí­ciles.

Por otro lado, resaltan la necesidad de sofisticar su equipo y mejorar las condiciones donde se albergan mientras prestan servicio, pues esto también es vital para un mejor desempeño en su profesión.

La decisión y el interés por salvar vidas se encuentran en miles de bomberos, pero los recursos para la adquisición de equipo, insumos y capacitación dependen de las contribuciones de las instituciones de Estado. ¿Habrá voluntad para rescatar a los bomberos?

«Lo peor es perder a un compañero, porque nosotros no perdemos amigos sino hermanos, porque este trabajo es de 24 horas»

Juan Manuel Pérez

Bomberos Municipales