Chile y Bolivia trabajan hoy en silencio para impulsar sus relaciones tras años de disputas, en medio de la demanda que los enfrenta en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) por históricas diferencias limítrofes.
«Esperamos hacer una buena gestión, de manera conjunta por el bien de nuestros pueblos», dijo en una primera señal de acercamiento el mandatario boliviano, Evo Morales, apenas arribó a Chile para asistir a la investidura de Bachelet como presidenta el martes.
La operación diplomática, en la antesala de que Bolivia celebre el Día del Mar el 23 de marzo, considera como segundo paso la visita del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera a Santiago el 25 de marzo, acción mantenida en reserva hasta el pasado martes.
García Linera, un connotado intelectual indigenista, mantendrá amplios encuentros con la prensa internacional acreditada en Chile y firmará un acuerdo de cooperación entre su país y la Universidad de Arte y Ciencias Sociales para promover intercambios académicos.
Las nuevas autoridades chilenas, lideradas por el canciller Heraldo Múñoz, sopesan apoyar acciones similares, favoreciendo la integración bilateral.
«Bachelet tratará con Bolivia una salida al mar», agregó en ese marco el dirigente comunista Juan Andrés Lagos, quien integró el equipo de campaña de Bachelet.
Hasta ahora, y en especial durante el gobierno saliente del presidente Sebastián Piñera, las relaciones bilaterales estuvieron en su peor momento en años. Los presidentes de ambos países se motejaron incluso de «mentirosos» por la prensa.
Todo ello cruzado por el hecho de que Chile y Bolivia, que no tienen relaciones a nivel de embajadores desde 1978, enfrentan un juicio de alcance limítrofe en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), pese a que su frontera fue delimitada en 1904.
Bolivia, que no desconoce la vigencia del mencionado Tratado de 1904, demandó en 2013 a Chile ante la CIJ, pidiendo que se obligue a ese país a negociar una salida soberana al mar a favor de Bolivia, país que perdió esa condición en la Guerra del Pacífico en 1879.
Ese escenario, si bien no desaparecerá, parece encontrar un espacio de diálogo con la llegada de Bachelet al poder, pese a que Morales dijo que le decepcionó no llegar a un acuerdo con ella en su primer mandato para lograr una salida soberana al mar para Bolivia.
Las relaciones entre Chile y Bolivia, si bien entrecruzadas entre sus élites, han sido históricamente distantes, con Chile gastando miles de millones de dólares en armas desde 1990.
Diversas voces a ambos lados de la frontera apuntan a mejorar la integración, toda vez que el intercambio comercial creció fuertemente los últimos años.
La posibilidad de construir una agenda común y eventualmente abrir una salida al mar para Bolivia, sin embargo, depende también de Perú, país que debe aprobar cualquier cesión territorial de Chile a Bolivia por zonas que antes fueron dominio peruano.
Hasta ahora, y pese a la voluntad de avanzar, ambos gobiernos son cautos, pues saben que el camino no es fácil. «Pero con Bachelet no nos vamos a cansar, no podemos renunciar», dijo el canciller boliviano, David Choquehuanca.