El líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, rompió abruptamente ayer las negociaciones con el presidente Barack Obama, que buscaban hacer importantes recortes en el gasto federal y evitar la moratoria del gobierno, con lo que dio tintes de crisis a los inciertos esfuerzos por un acuerdo.
WASHINGTON / Agencia AP
En pocos minutos, un Obama evidentemente molesto prácticamente ordenó a los líderes del Congreso asistir hoy en la mañana a la Casa Blanca para nuevas negociaciones sobre el aumento del límite de endeudamiento del país.
«Tenemos que lograr que se haga. No es posible no hacerlo», declaró.
Por primera vez desde que comenzaron las negociaciones, Obama declinó ofrecer garantías de que Estados Unidos evitará declararse en moratoria de sus obligaciones financieras. Unos momentos después, sin embargo, se mostró confiado en que ese sería el resultado.
En su propia conferencia de prensa, un poco más tarde en el Capitolio, Boehner dijo: «Quiero ser muy claro, nadie quiere la moratoria del pago de las obligaciones financieras del gobierno de Estados Unidos, y estoy convencido de que no lo haremos».
A menos que el Congreso actúe antes de la fecha límite del 2 de agosto, el erario no podrá pagar todas sus cuentas. Las autoridades dicen que un incumplimiento de pagos podría desestabilizar la ya debilitada economía de Estados Unidos y desatar un efecto dominó en todo el mundo.
Incluso para los parámetros recientes de división en el gobierno, la decisión de Boehner desató una noche extraordinaria a medida que, primero el presidente demócrata, y luego el dirigente republicano, maniobraron para tomar posiciones políticas sobre un tema de enorme importancia nacional.
En medio de la arriesgada movida política estaba de manera tácita, pero inconfundible, la campaña electoral de 2012, en la que la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso están en juego.
En una carta distribuida antes a la bancada republicana de la Cámara, Boehner dijo que se había retirado de las conversaciones porque el presidente quería aumentar los impuestos y se mostró reacio a aceptar recortes en los programas de prestaciones sociales.
La desconexión no fue «debido a diferentes personalidades, sino debido a las diferentes visiones de nuestro país», dijo, y anunció que ahora buscaría llegar a un acuerdo con el Senado controlado por los demócratas.
Obama, en vez de ello, anunció una reunión por la mañana en la Casa Blanca, donde dijo que esperaba escuchar propuestas de solución de los principales líderes de ambos partidos en ambas cámaras.
«Una de las preguntas que el Partido Republicano va a tener que hacerse es: ‘¿Pueden decir que sí a algo?»’, dijo Obama.
El presidente evitó criticar directamente a Boehner, aunque mencionó que el líder republicano no había contestado sus llamadas telefónicas durante el día. Un funcionario del gobierno dijo que el presidente intentó contactar a Boehner cuatro veces. Cuando le preguntaron sobre las llamadas desatendidas, Boehner dijo que no creía que su relación con Obama este «irremediablemente dañada».
Dijo que asistiría a la reunión del sábado en la Casa Blanca.
Las negociaciones privadas, y a veces secretas, habían virado hacia la incertidumbre durante semanas, produciendo recién el jueves informes en el sentido de que las dos partes estaban posiblemente acercándose a un acuerdo para recortar 3 billones de dólares en el gasto y aumentar hasta 1 billón de dólares en posibles ingresos fiscales al tiempo que aumentaban la autoridad de endeudamiento del gobierno hasta 2,4 billones de dólares.
Esto provocó una revuelta entre los demócratas, quienes expresaron su temor de que el presidente estaba entregando demasiado en términos de recortes al programas Medicare y la Seguridad Social, mientras obtenía demasiado poco en términos de ingresos adicionales.
Cualquier avance que se logre el fin de semana se hará a puertas cerradas.