Bochorno nacional



Se nos tiene que caer la cara de vergí¼enza por el asesinato de los diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano y del piloto de uno de ellos, pero mucho más aún al saber que los autores de ese crimen fueron agentes de la Policí­a Nacional Civil, lo que nos confirma sin lugar a dudas que existen en el paí­s escuadrones de la muerte y que operan con absoluta impunidad. De no haber sido diputados del Parlacen las ví­ctimas, el caso hubiera quedado como uno más de los que oficialmente las autoridades reportan como «pleito» entre pandillas del crimen organizado y parte sin novedad.

Es impresionante la cantidad de asesinatos que ocurren en el paí­s con caracterí­sticas tan similares a las del cometido contra estos salvadoreños; cuerpos calcinados en el interior de vehí­culos que son incendiados y luego las autoridades simplemente atribuyen los hechos a diferencias entre narcotraficantes, robacarros o secuestradores en disputas por el botí­n generado por las acciones ilí­citas supuestamente cometidas. Ayer mismo el Presidente de la República, al explicar la participación de agentes de la PNC en el crimen, dijo que podí­a tratarse de problemas vinculados con esas expresiones del crimen organizado.

Lo cierto del caso es que nuestros cuerpos de seguridad urgen de una depuración efectiva y que se ha alentado, aunque sea de manera aparentemente extraoficial, la limpia social ejecutada por agentes del Estado que no tienen empacho alguno para eliminar a los supuestos delincuentes. No de otra forma puede explicarse que un grupo de lo más selecto de la fuerza policial actuara con esa saña, sangre frí­a y confianza en la impunidad en contra de cuatro personas que fueron literalmente ejecutadas. El móvil del crimen puede permanecer en el misterio aún y los agentes no van a contribuir en mucho con declaraciones que impliquen a cuadros superiores, pero la verdad es que como ciudadanos vivimos un estado absoluto de indefensión porque si nuestros guardianes, los encargados de proporcionarnos seguridad, son los criminales que andan matando a diestra y siniestra, la verdad es que estamos en crí­tica condición.

Importante es señalar que el Gobierno en este caso adoptó una postura correcta; en otros tiempos, tras una plancha con implicaciones internacionales como el asesinato de los diputados, lo que hubieran hecho las autoridades es mandar a eliminar a los responsables para dejar el crimen «por averiguar» y borrar todo vestigio que implicara a agentes del Estado. En este caso es un precio alto el bochorno que tenemos que sufrir, pero absolutamente necesario. Y ojalá que al transparentarse la existencia de escuadrones de la muerte funcionando en el seno de nuestra fuerza pública, se adopten medidas para combatirlos y terminar con ese absurdo de limpieza social que no es sino prostituir al aparato de seguridad del Estado que ya está suficientemente penetrado por poderes ocultos como para que polí­ticas equivocadas de combate al crimen terminen por hundirlo más.