«Por acá no pasa nadie», dice desafiante un dirigente apostado en una ruta de acceso a Potosí, en el sur de Bolivia, de más de 160.000 habitantes, bloqueada desde hace nueve días por protestas contra el gobierno que impiden salir a decenas de turistas de varias nacionalidades.
Sindicatos de maestros, mineros y campesinos tomaron las principales rutas de acceso a Potosí (550 km al sur de La Paz) desde el 29 de julio y bloquean el paso a todos quienes pretenden entrar o salir de la ciudad.
«Nos quedamos todo el día a bloquear y en la noche no pasa nadie», dijo a la AFP el dirigente sindical Rolando Soto, de la población de Chacabuco, a unos 60 km de Potosí, en medio de la agreste pampa y a más de 3.800 metros de altura.
La situación se ha convertido en una verdadera pesadilla para turistas que no encuentran la manera de salir de allí.
En el aeropuerto de Potosí -con capacidad sólo para aeronaves pequeñas- turistas de Francia, Brasil, Canadá, Chile, Alemania, Suiza, Argentina, Italia y España aguardan para poder salir aunque las posibilidades son mínimas, ya que tampoco hay combustible para las avionetas.
Y el Ejército, que tiene combustible, no vende. «No podemos vender combustible. Es una orden del gobierno», dijo a la AFP un oficial del Ejército que requirió anonimato.
Uno de los problemas que enfrentan los turistas es la altura de Potosí, de casi 4.000 metros sobre el nivel del mar.
«Tengo a cargo dos hijos y una persona asmática», dice a la AFP el francés Pascal Goujot. «Fuimos a la Cruz Roja. Nos dieron un poco de oxígeno y nos recomendaron descender lo más pronto posible, pero no podemos salir».
«No hay policía, no hay Ejército, es la anarquía completa», señala.
También señala que los tacos de dinamita -con los que los manifestantes se hacen escuchar- «explotan por todos lados», mientras que «las embajadas se limitan a decir «quédense en sus hoteles»».
Bastante molesta, la francesa Luzmira Giniot dice que «la situación es grave. Fui a ver los sindicatos, a la policía, a los militares. Estos últimos nos dijeron que no podían hacer nada por nosotros; que si salían a la calle iba a haber una guerra civil».
Los turistas han intentado salir pero los buses son detenidos en los puntos de corte. En la ruta se ven piedras y vidrios que ocupan el ancho de la ruta para evitar el paso de cualquier automóvil.
«Hubo un intento de salida el martes y luego de pasar dos cortes, en un tercero, donde había mineros, el asunto se puso violento, con amenazas de usar dinamita y el chofer no quiso forzar la situación», dice Romain Le Du, un francés que señala que entre los turistas hay personas «con imperativos de fecha y otros más jóvenes que lo toman con más filosofía».
Según Juan Mamani, habitante de Chacabuco, el jueves se produjeron incidentes entre manifestantes y personas que trataban de cruzar un bloqueo. «Los bloqueadores golpearon a una señora y pincharon las llantas con espinas», afirmó.
Ya en la ciudad de Potosí empieza a haber preocupación ante la posibilidad de que haya escasez de alimentos.
«Los productos se agotan, empieza a sentirse desesperación en las amas de casa por adquirir comida», dijo una vendedora.
No obstante, la dirigencia cívica de Potosí que encabeza las protestas iniciadas el 29 de julio, advirtió que éstas continuarán este viernes con una huelga de hambre masiva y marchas, dejando de lado las celebraciones por el 185 aniversario de la independencia de Bolivia que se conmemora el 6 de agosto.
«Para nosotros no hay nada que festejar. Este 6 de agosto estaremos en plena movilización de rebeldía. No vamos a claudicar en esta lucha», dice Celestino Condori, quien encabeza las protestas.
Potosí demanda al gobierno que se defina a su favor acerca de un desacuerdo limítrofe por la jurisdicción de Coroma, también reclamada por el vecino departamento de Oruro. Además de eso exigen la construcción de una fábrica de cemento y otras reivindicaciones más.