Blogósfera toma partido en comicios



Gane quien gane las elecciones del domingo, los franceses son conscientes de que el nuevo jefe de Estado traerá consigo una revolución en las alcobas del palacio presidencial del Elí­seo, ya que ni Nicolas Sarkozy ni Ségolí¨ne Royal tienen consortes o vidas sentimentales convencionales.

El tiempo en que los mandatarios franceses eran hombres casados con mujeres abnegadas y discretas, dedicadas a sus hijos o a las obras de caridad, quedará atrás después de estas elecciones de 2007, y la situación afectiva del nuevo presidente reflejará inevitablemente los cambios en la sociedad de este paí­s.

«Extraña campaña y extrañas parejas», resumió recientemente un semanario francés, refiriéndose a las vidas sentimentales de Sarkozy, de 52 años, y Royal, de 53.

Más allá de los rumores y especulaciones que circulan por Parí­s, lo que está claro es que ni Cecilia Sarkozy, segunda esposa del candidato conservador, ni Franí§ois Hollande, compañero sentimental de la aspirante socialista, encajan en el tradicional molde de la ’first lady’.

«Los franceses se interesan por las parejas de los polí­ticos pero no es algo que influya en sus votos. Sólo piden que no se les cuente cualquier cosa. La situación debe estar clara», explicó a la prensa Stéphane Rozes, del instituto de sondeos CSA.

Sin duda, quien suscita más curiosidad en la prensa es Cecilia Sarkozy. Esta atractiva mujer morena que cumplirá 50 años en noviembre es bisnieta del famoso músico español Isaac Albéniz, habla perfectamente castellano y adora las corridas de toros y el estilo de vida del paí­s vecino.

Durante meses, la idí­lica vida de familia de los Sarkozy fue primera página de la prensa del corazón.

«Nicolas y Cecilia, tan parecidos y tan complementarios. Los Kennedy a la francesa, sin el glamour de Jackie y John pero con la misma determinación de exponer su pareja como un arma polí­tica», aseguró Serge Raffy en un libro titulado «La guerra de los tres».

Cecilia, que casualmente conoció a su segundo marido el dí­a de su primera boda, oficiada por el propio Sarkozy, entonces alcalde de Neuilly sur Seine, a las afueras de Parí­s, fue compañera y primera asesora de su esposo hasta que la pareja entró en crisis en 2005.

Después de haber expuesto tanto su vida privada, fue difí­cil protegerla. Las fotografí­as de Cecilia con un nuevo amor, los escarceos de Sarkozy con una periodista y su súbita reconciliación, coincidiendo con la campaña electoral, han aumentado las dudas sobre el estado real de la pareja.

«No me veo haciendo de ’first lady’. Es algo que me fastidia, porque no soy polí­ticamente correcta», declaró la esposa del canditato hace algunos meses.

En este momento, Cecilia aparece en raras ocasiones en público y huye de la prensa. «Â¿Dónde está Cecilia?», se preguntan numerosas revistas del corazón. Finalmente, la pareja posó unida frente ante las cámaras el 22 de abril, cuando acudieron a votar juntos en la primera vuelta de los comicios.

Frente a los rumores, Sarkozy subrayó que su familia «ha sufrido mucho» y argumenta que sólo solo desea «protegerla». No obstante, ha prometido que explicará cuál será el papel de Cecilia si es elegido el dí­a después de los comicios.

La situación personal y la repartición de poderes entre Ségolí¨ne Royal y su compañero y padre de sus cuatro hijos, Franí§ois Hollande, de 52 años y primer secretario de los socialistas, no se libra tampoco de bromas e insinuaciones.

Hollande, que pudo haber sido el candidato natural del partido, no ocultó su decepción al ver cómo su mujer se imponí­a como lí­der, pero siguió trabajando a su vera para lograr la victoria de socialista en 2007.

Muy celoso de su vida privada, Franí§ois es para algunos el «mayor defecto de Ségolí¨ne», pero sus amigos lo definen como un hombre capaz, honesto, agudo, gracioso, locuaz y con espí­ritu de equipo.

Nadie imagina a Hollande recibiendo a otras primeras damas en cumbres internacionales o limitándose a hacer obras de caridad si «Ségo» es elegida presidenta. Tampoco serí­a su estilo hacerse con un cargo importante como el de primer ministro.

Durante la campaña de Royal, su pareja se ha mantenido en un discreto segundo plano. La única fotografí­a de la pareja unida fue en un mitin en el que se dieron un casto beso en la mejilla.

«Respeto la decisión de Franí§ois, pero es verdad que me gustarí­a que estuviera más a menudo a mi lado», declaró Royal, asegurando, para poner fin a los rumores, que siguen «viviendo juntos».