Blindados para la noticia


Periodistas usan chalecos antibalas para protegerse de los narcos en México.


Muchos periodistas cumplen su labor con chaleco antibalas para protegerse de los crecientes enfrentamientos entre bandas del narcotráfico y toman medidas de precaución en el agitado norte mexicano, donde este mes fue asesinado uno de ellos y otros están amenazados.

En Tijuana, frontera con Estados Unidos, la violencia generada por la lucha entre cárteles de las drogas no sólo ha generado temor en la población. Los reporteros que cubren hechos policiales cada vez están en mayor riesgo e incluso por temor a represalias ya no firman sus notas o fotos.

Además, ahora usan chalecos antibalas para trabajar, como ocurre en el diario local Frontera.

«Uno es para el titular de la fuente (policial), dos más para fotógrafos y el cuarto es para quién tenga la guardia y deba salir a reportear de inmediato», explicó un periodista de ese medio, cuyo nombre se reserva al igual que el resto de los testimonios.

El periodista señaló que la compra se hizo meses después de un enfrentamiento entre sicarios y policí­as en la colonia Ermita que duró más de 4 horas.

En esa ocasión, reporteros, fotógrafos y camarógrafos estuvieron en la «lí­nea de fuego» todo el tiempo, y para evitar ser blanco de las balas tuvieron que cubrirse debajo de los autos.

En la limí­trofe Ciudad Juárez (norte), la más violenta de México, el periodista Armando Rodrí­guez fue asesinado a tiros este mes por sicarios del crimen organizado, cuando salí­a de su casa para dirigirse a su trabajo en El Diario, donde se desempeñaba en la sección policial.

Ante la situación generada en Ciudad Juárez, los trabajadores del sector reclamaron a miembros de una Comisión Especial de la Cámara de Diputados mexicana «la federalización de los delitos contra periodistas y la promulgación de medidas de seguridad para los comunicadores».

En el encuentro, otro periodista denunció que actualmente «siete compañeros de Ciudad Juárez han sido amenazados de muerte por lo que han tenido que salir del paí­s e incluso algunos han solicitado asilo polí­tico en Estados Unidos».

Ciudad Juárez acumula más de 1.300 homicidios entre los cerca de 4.550 que se han cometido en todo el paí­s desde enero de este año, debido a los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes.

México se ha convertido en el paí­s latinoamericano más peligroso para la labor periodí­stica, según ONGs.

De su lado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dijo que desde el año 2000 fueron asesinados 45 periodistas en México, tres de ellos este año.

Además de Rodrí­guez, también fueron ultimados Miguel Angel Villagomez, del diario La Noticia de la ciudad de Lázaro Cárdenas, en Michoacán (oeste), y José Armando Rodrí­guez Carreón, de El Diario de Chihuahua, capital del estado del mismo nombre, donde está Ciudad Juárez.

En tanto, en Tijuana más de 30 personas inocentes han muerto en los últimos dos meses, lapso en el que se han registrado más de 280 asesinatos por la pugna entre el Cártel de los Arellano Félix y el de Sinaloa, dirigido por el prófugo Joaquí­n «El chapo» Guzmán, que busca apoderarse de la ciudad para el tráfico de drogas a Estados Unidos.

Frente a la creciente violencia en Tijuana, los diarios locales ya no buscan «exclusivas» como sucedí­a antes o llegar lo más pronto al lugar de los hechos.

«Ahora mejor checamos (averiguamos) bien lo que pasa y entonces nos alistamos para cubrir la nota, pero no se va, si no se confirma con varias fuentes», dijo un fotógrafo.

Otras de las acciones que han emprendido en Frontera «es no firmar las notas y las fotografí­as, para evitar una represalia de los narcotraficantes», señaló otro reportero.

Por seguridad «tampoco escribes los nombres de los ejecutados, a menos de que sea oficial» porque podrí­a «haber represalias por parte de los delincuentes o sus familiares», agregó.

Un cronista de una radio dice que buscar la noticia es importante «pero desde hace varios meses ésto cambió» en Tijuana. «Antes podí­as meterte hasta la cocina pero ya no es lo mismo, son otros tiempos. Los delincuentes pueden regresar», explicó.

El periodista dijo no usar chaleco antibalas. «Mi mejor instinto es el oí­do cuando se trata de una balacera, entonces sé hasta donde acercarme cuando estoy en el lugar de los hechos», explicó.