El primer ministro británico, Tony Blair, llegó hoy a Bagdad y se entrevistó con su homólogo Nuri al-Maliki y con el presidente Jalal Talabani, en la que constituye probablemente su última visita a Irak antes de abandonar su cargo a fines de junio.
«Hablamos de los progresos realizados y de los desafíos a los que debemos hacer frente. La situación de seguridad es claramente muy difícil, aunque por otro lado, también hay señales claras de progresos», declaró Blair durante una conferencia de prensa con Maliki y Jalabani, retransmitida por la cadena británica Sky News.
«Estamos de acuerdo en que ahora hay que lograr un acuerdo que nos permita a todos avanzar juntos», añadió el primer ministro británico, en su octava visita a Irak desde la invasión de este país, en marzo de 2003.
Mientras Blair se encontraba en Bagdad, al menos 15 civiles, todos ellos kurdos chiítas, murieron en un ataque perpetrado por hombres armados vestidos con uniformes de las fuerzas de seguridad contra su poblado, a unos 100 km de Bagdad, al este de país y cerca de la frontera con Irán, según los servicios de seguridad y las autoridades locales.
El ataque fue realizado en nombre del «Estado islámico en Irak», una alianza de grupos sunitas extremistas liderada por la rama iraquí de la red terrorista Al-Qaeda.
Asimismo, otras cinco personas, entre ellas cuatro niños, murieron en otros actos de violencia ocurridos este sábado en Irak.
Poco antes de la confirmación oficial de la visita sorpresa de Blair, tres obuses de mortero cayeron en la Zona Verde fortificada de Bagdad, que alberga a las instituciones iraquíes y a las embajadas estadounidense y británica, causando al menos un herido, según un portavoz de la embajada estadounidense.
«El futuro de Irak debe ser determinado por los iraquíes, según sus deseos. Es importante que todos los países vecinos lo comprendan y lo respeten», agregó Blair en su rueda de prensa, claramente en referencia a Irán, acusado de armar y equipar a insurgentes en Irak.
El primer ministro británico abandonará su cargo el 27 de junio, tras 10 años en el poder.
Aliado indefectible del presidente estadounidense George W. Bush, Blair, quien sigue defendiendo la guerra de Irak, alineó sus tropas junto a las norteamericanas en la invasión del país y el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein entre marzo y abril de 2003.
Cuatro años más tarde, más de 7.000 soldados británicos continúan en Irak, principalmente cerca de Basora, la segunda ciudad del país, situada a 550 km al sur de Bagdad, donde son blanco de los ataques de las milicias chiítas.
Los soldados británicos están repartidos en dos grandes bases, sometidas a un bombardeo cotidiano de obuses.
En el Reino Unido, el apoyo a la invasión en Irak se desplomó, al igual que la popularidad de Blair, tras no hallarse armas de destrucción masiva en el país árabe, cuya supuesta existencia fue utilizada como argumento para ir a la guerra, y tras el incremento de la violencia y del número de bajas en filas británicas.
En el mes de abril, el más mortífero desde la invasión, 12 soldados británicos perdieron la vida en Irak.
«Yo pensé en su momento, y sigo pensando, que fue la decisión correcta. La historia juzgará», dijo Blair el jueves, en una conferencia de prensa conjunta con Bush en Washington.
El actual ministro de Finanzas, Gordon Brown, que sucederá a Blair a finales de junio, anunció la semana pasada que piensa visitar Irak «muy próximamente», y que se opone a un calendario de retirada de las tropas británicas.
No obstante, se prevé la retirada de 1.600 soldados del contingente británico antes de finales de 2007.
En total, 148 soldados británicos han muerto en Irak desde marzo de 2003, 114 de ellos en operaciones.
Por otra parte, el ejército estadounidense anunció la muerte de ocho militares en ataques, el viernes y sábado, en todo Irak. Ascienden así a 3.412 las bajas estadounidenses en Irak desde la invasión del país.
Tony Blair
Primer ministro británico.