Sin duda, la atención del mundo está centrada, estos días, en las deliberaciones de la XVI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático que abrió el pasado lunes en Cancún, México, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, y que se prolongará hasta el 10 de diciembre, con la asistencia de centenares de delegados, científicos, ambientalistas y gobernantes de los diferentes continentes.
El año pasado durante la reunión de Copenhague, el presidente de Bolivia, el dirigente indígena Evo Morales, declaró que «es vergonzoso» que Occidente gaste billones de dólares en la guerra y muy poco para el cambio climático.
El líder sudamericano señaló enfáticamente que «El presupuesto de Estados Unidos para defensa es de 687 mil millones de dólares y quieren destinar al cambio climático para -salvar vidas, para salvar a la humanidad, 10 mil millones. Ello es una vergí¼enza», agregó.
En esa ocasión, el Presidente boliviano fue más lejos al afirmar que las políticas de industrialización ilimitadas son las que destrozan el medio ambiente. «Y ese desarrollo industrial irracional es el capitalismo».
Hasta ahora, muchas personas en Guatemala no han cobrado conciencia sobre que el cambio climático puede convertirse en una grave amenaza para el futuro de la vida. Desdichadamente sus efectos son un peligro para la realización de los derechos humanos, siendo las personas que ya viven en la pobreza quienes de modo más agudo sentirán su impacto.
Un informe de Amnistía Internacional puntualiza que entre las alteraciones observadas y previstas atribuibles al cambio climático se encuentran la reducción de la cubierta de nieve, la disminución del hielo marino y el deshielo de los casquetes polares, la elevación del nivel del mar, el aumento de la frecuencia de los fenómenos de calor extremo y de las olas de calor, el incremento de las zonas afectadas por la sequía y el aumento de la intensidad de tifones, huracanes, ciclones y tormentas tropicales.
Las diferentes investigaciones sobre el tema coinciden en que entre las principales causas de este fenómeno figuran el consumo de combustibles fósiles para la industria, el comercio, el transporte y fines militares, así como la deforestación para las industrias de agricultura y la carne.
Este desequilibrio puede provocar crisis alimentarias, hambrunas, enfermedades y la muerte de personas. En las próximas décadas, mil millones de personas se podrían quedar sin sus casas por el cambio climático. Asimismo, 3 mil millones de seres humanos pueden perder el acceso al agua potable.
El principal objetivo de la reunión es alcanzar un tratado de cambio climático y así frenar el calentamiento global.