El 18 de marzo de 2009 se cumplieron 200 años del nacimiento de José Batres Montúfar. Por este motivo el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, por medio de la Editorial Cultura, le ha rendido un digno homenaje al publicar la «Edición del Bicentenario de su Nacimiento», una magnífica selección de la lírica del poeta del ingenio, la fantasía, la crítica, la belleza y el atrevimiento. Este volumen contiene «Evocación de José Batres Montúfar» por Manuel José Arce y Valladares; en el extenso documento leemos lo siguiente: «Corta aparece su labor literaria, ya por la brevedad de su vida, ya por la pérdida de cuanto a su muerte no estaba publicado aún; pero es tan intensa, tan hermosa y tan brillante, que basta ella sola para asegurarle puesto eminente en el radiante Olimpo de los poetas más grandes del mundo. No es el entusiasmo lo que informa mis palabras, no es la vanidad lugareña la que exalta a Batres Montúfar, sino la sabia crítica extranjera quien le ha discernido la palma triunfadora del cuentista, declarándolo, como narrador y poeta descriptivo, maestro único y sin rival en la lengua castellana. Sabemos de memoria sus poemas, nos hemos recreado desde niños con sus risas, y de hombres hemos comprendido también sus pesares. Batres no es sólo el chispeante escritor de musa regocijada: es también el poeta del dolor. Porque parece que un destino aciago hubiera perseguido implacable a Pepe Batres, para arrebatarle seres queridos, quitarle riquezas y salud, estrujarle efectos, desbaratarle ensueños y arrancarle esperanzas. Y el poeta no pudo con tanto, y sucumbió; llamó a la pavorosa puerta de la eternidad y reclinó en la almohada del sepulcro su cabeza atormentada.» Para mí la maravillosa musicalidad de los versos de José Batres Montúfar conduce al lector hacia las veredas más sublimes de la lírica. Mi señor padre el filósofo don León Aguilera afirmaba que era imposible no terminar de leer un poema de José Batres Montúfar. Si empezamos su lectura, afirmaba, la seguimos como cuando una arañita teje su tela, de principio a fin. Interrumpir la lectura de un poema de Pepe Batres sería como acallar el canto de un ángel, porque música es toda su poesía. En el superlativo poema «Yo pienso en ti» no solamente nos transmite su desesperación e ilusión amatoria, sino también nos llena el pensamiento de esa musicalidad que lo caracteriza. Transcribo la primera estrofa: «Yo pienso en ti; tú vives en mi mente:/ sola, fija, sin tregua, a toda hora;/ aunque talvez el rostro indiferente/ no deje reflejar sobre mi frente/ la llama que en silencio me devora.» Otro magnífico ejemplo es el poema titulado «El volcán de agua», en la quinta estrofa leemos: Verde, risueña, alegre, la campaña/ que mil arroyos cruzan argentinos,/ divisa, y la ciudad y la cabaña;/ y el cerro con sus bosques y sus pinos;/ el lago de cristal, la fértil vega/ y el río transparente que la riega.» Uno de los poemas que a mí más me gusta es el que lleva simplemente el nombre de «Â¡María!» que evoca a la mujer dulce, fina y perfecta, la mujer que él amó: «Esa que veis, gentil como la aurora,/ ninfa graciosa del rosado velo,/ tierno destello del azul del cielo,/ exhalación de Céfiro y de Flora:/ esa deidad que entre los hombres mora/ como flor trasplantada de otro suelo,/ como avecilla que cortó su vuelo/ y en nido extraño por su nido llora:/ más serena que el iris de la alianza,/ más plácida que el rayo de la Luna,/ más fresca que la gota del rocío,/ más suave que el placer de la esperanza,/ más dulce que el reír de la fortuna,/ es la beldad que adora el pecho mío.» A través del tiempo, la obra de este gran poeta guatemalteco sigue presente en las mentes de todos los que amamos la poesía.