Berlusconi sueña con volver a la Presidencia


Silvio Berlusconi, ex primer ministro italiano, perdió las anteriores elecciones, y ahora sueña con regresar, tras la renuncia de Romano Prodi.

El magnate de las comunicaciones y ex primer ministro Silvio Berlusconi, favorito en todos los sondeos de las elecciones legislativas del 13 y 14 de abril, acaricia el sueño de asumir por tercera vez el poder en Italia, sumida en un fuerte desgaste moral, social y ecónomico.


Berlusconi, de 71 años, indiscutible lí­der de la derecha, que denunció fraudes e irregularidades cuando en 2006 perdió la reelección por un puñado de votos, maniobró sin descanso en estos dos años contra el gobierno de centro-izquierda de Romano Prodi, entre los más impopulares de la historia reciente.

Para alcanzar su objetivo, el magnate creó en un plazo récord un nuevo partido, el «Pueblo de las Libertades» (PDL), fruto de la fusión entre la derecha de Alianza Nacional (AN) y su propia formación Forza Italia (FI).

A una semana de los comicios, los sondeos le dan de 6 a 7 puntos de ventaja sobre su principal adversario, Walter Veltroni, un popular ex alcalde de Roma, de 51 años, que ganó las primarias del Partido Democrático (PD), fruto también de otra histórica fusión entre ex comunistas y católicos moderados.

Para enfrentar a Veltroni, un ex comunista admirador de los Kennedy, Berlusconi ha usado un tono menos agresivo y directo del habitual, evitando inclusive enfrentarlo directamente en un duelo televisivo.

Los sondeos mantienen en cambio la incertidumbre sobre el resultado en el Senado, donde Berlusconi podrí­a contar con una mayorí­a muy estrecha; eso le impedirí­a gobernar sin trabas, tal como le ocurrió a Prodi dos años antes, ví­ctima de los pequeños partidos, que con pocos votos pudieron condicionar a toda una coalición.

Berlusconi, que promete completar el programa de liberalizaciones iniciado durante su segundo gobierno (2001-2006) para reactivar la economí­a, usó como caballo de batalla de su campaña la incapacidad de sus adversarios para negociar la venta de Alitalia, casi en la bancarrota, a la aerolí­nea franco-holandesa Air France-KLM.

Para movilizar a un electorado decepcionado por las divisiones internas y los escasos resultados del centro-izquierda, pese al enderezamiento del déficit interno gracias al mayor rigor fiscal aplicado por Prodi, Veltroni ha prometido una renovación total de la clase polí­tica, acabar con el sistema laboral de contratos precarios y un aumento de las jubilaciones.

Según el diario económico Il Sole 24 Ore, las promesas de Veltroni costarí­an entre 20 mil ya 27 mil millones de euros, financiados con el recorte de los gastos del Estado.

Las promesas de Berlusconi, que ofrece ante todo la reducción de impuestos, costarí­an entre 72 mil y 87 mil millones de euros, buena parte de ellos provenientes de la venta de bienes del Estado.

Al contrario de otras elecciones, en las que más de 20 formaciones se aliaban bajo dos grandes coaliciones con un candidato a primer ministro, esta vez hay 16 candidatos a la jefatura de gobierno y numerosas listas electorales.

Dos candidatos menores, el ex presidente de la cámara de Diputados, Fausto Bertinotti, lí­der histórico de Refundación Comunista, exponente de la izquierda más radical de comunistas y verdes, y Pier Ferdinando Casini, un democratacristiano moderado que rompió con Berlusconi, podrán desempeñar un papel clave, para bien o para mal, en la formación del próximo gobierno.

Sombrí­as elecciones


Los salarios más bajos de la Eurozona, poca competividad, desaceleración del crecimiento, desconfianza hacia las instituciones: Italia celebra legislativas el 13 y el 14 de abril en medio de un futuro económico sombrí­o y falta de respeto por la clase polí­tica.

La elección de Milán como sede de la Exposición Universal de 2015 otorgó un poco optimismo a Italia y le dio ocasión de mostrar su unidad y dinamismo en momentos en que la imagen del paí­s se ve dañada por asuntos como la crisis de la basura en Nápoles, la mozzarella contaminada con dioxina y la agoní­a de su compañí­a aérea, Alitalia.

Pero a corto plazo, el nuevo gobierno tendrá que enfrentar una coyuntura sombrí­a, marcada por una brusca desaceleración del crecimiento a sólo 0,6% del PIB este año, tras un crecimiento de 1,5% el año pasado, según el ministerio de Economí­a.

«La debilidad del crecimiento se debe a una carencia de infraestructura, una dependencia energética abismal, una fiscalidad inadecuada y gastos públicos elevados y poco eficaces», resumió Alberto Quadrio Curzio, profesor de Economí­a de la Universidad Católica de Milán y editorialista de Il Sole 24 Ore.

Para reactivar el crecimiento, «será necesario un acuerdo bipartidario tras las elecciones sobre estos puntos esenciales», dijo Quadrio Curzio, tras subrayar la similitud de los programas de ambos bandos sobre la baja de impuestos y los gastos públicos, así­ como la necesidad de invertir en infraestructura.

La debilidad del crecimiento italiano comparado con otras economí­as europeas se hace sentir de manera aún más dolorosa en años de vacas flacas.

A pesar de una situación de las cuentas públicas en mejora desde hace dos años, el futuro gobierno no dispondrá de márgenes de maniobra, ya que este año se pronostica un déficit público de 2,4% y una deuda de 103% del PIB.

Italia aún posee asimismo el récord europeo de evasión fiscal.

También deberá trabajar para cerrar la brecha que separa esquemáticamente al norte «rico» del sur «pobre» del paí­s, sobre todo porque «se ha reanudado la partida de trabajadores calificados del sur hacia el norte, acentuando la distancia» entre ambas regiones, subrayó Quadrio Curzio.

A perspectivas internacionales poco alentadoras por la crisis financiera mundial se suma una situación difí­cil para los hogares que están con la moral alicaí­da. El í­ndice de confianza de los hogares calculado por el instituto Isae alcanzó en marzo su menor nivel en cuatro años.

El desempleo, no obstante, se encuentra en su mejor nivel (6,6% en el último trimestre de 2007), pero su caí­da se desaceleró a fines de año. Además, los salarios italianos son los más bajos de la Eurozona y en el paí­s hay más contratos laborales temporales que fijos.

Las dificultades económicas alimentan un sentimiento difuso de pérdida de estatus y se suman a una desconfianza creciente hacia las instituciones.

Un poco más de la mitad de los italianos (51,4%) estima que su situación económica personal empeoró, contra un 36,1% en marzo de 2006, según una encuesta del instituto Demos-coop publicada a fines de marzo.

«El sentimiento de declive es un sentimiento compartido que limita la proyección hacia el futuro, oscurece el horizonte e influye en las actitudes hacia la polí­tica y las instituciones», comentó el sociólogo Ilvo Diamanti en ocasión de este sondeo, en el diario La Repubblica.

La popularidad de las instituciones está en su nivel más bajo y el libro «La casta» de dos periodistas del diario Corriere della Sera sobre las derivas de la clase polí­tica ha tenido un gran éxito, con más de un millón de ejemplares vendidos desde su publicación en mayo de 2007.

En Italia, la sociedad y la clase polí­tica se parecen cada vez más «a una pareja separada que vive en la misma casa», comentó recientemente el presidente del centro de estudios polí­ticos Eurispes, Gian Maria Fara.