Liverpool y especialmente su entrenador, Rafael Benítez, afrontan con gran incertidumbre sus próximos pasos, tras su eliminación el miércoles ante el Reading, de segunda división, en la tercera ronda de la Copa inglesa de fútbol, agravando aún más su crisis.
El idilio entre el histórico club de Anfield y el técnico español parece ya irreparable, dejando atrás el recuerdo del «milagro de Estambul» de 2005, cuando el equipo conquistó la Liga de Campeones con una gran remontada en la final ante el Milan.
Como su predecesor, el francés Gérard Houllier, Benítez, salvado del despido por manifestaciones de hinchas a finales de 2008, podría pagar ese desamor, después de la prematura eliminación en la Liga de Campeones, las dos Copas nacionales y una marcha errática en la Premier League, donde son séptimos.
La indemnización por la destitución podría hacer dudar a los propietarios de un club castigado por las deudas, pero los hinchas del equipo parecen tener ya claro quién podría ser el sucesor idóneo: la leyenda Kenny Dalglish.