La Revolución de Terciopelo, que había derrocado al régimen comunista en el otoño boreal de 1989, es «un acontecimiento de gran importancia no sólo para República Checa, sino también para los países vecinos y el mundo entero, y este aniversario no podrá ser ignorado por el Papa», estimó un diplomático del Vaticano.
Benedicto XVI es el sucesor de Juan Pablo II, el Papa polaco que contribuyó con fuerza a la caída del Muro de Berlín y la llegada de la democracia a los países de Europa del Este.
El responsable del servicio de prensa de la Conferencia Episcopal checa, Jan Balik, indicó de su lado que se trata del «único viaje del Papa este año a un país ex comunista».
Benedicto XVI «seguramente va a abordar este tema y esto puede ser visto como una apreciación de lo que ha ocurrido en nuestra sociedad en los últimos 20 años, de lo que la Iglesia ha aportado a la gente», agregó Balik al ser consultado por la AFP.
Durante sus tres días en el «corazón de Europa», que lo conducirán a Praga, Brno y Stara Boleslav, para la fiesta de San Venceslao -patrón del país-, Benedicto VXI se referirá también a temas como la construcción de la Unión Europea, la importancia histórica del cristianismo o la democracia en el Viejo Continente, indicó su portavoz, el padre Federico Lombardi.
República Checa, «que se encuentra geográfica e históricamente en el corazón de Europa, necesita recobrar las razones de la fe y la esperanza, como todo el continente, tras haber atravesado los dramas del siglo pasado», había declarado Benedicto XVI el domingo durante el tradicional ángelus.
La fecha del viaje del Papa fue elegida para que coincida con la fiesta de San Vesceslao, que se celebra el 28 de septiembre en Stara Boleslav, lugar de su martirio, y donde Benedicto XVI oficiará una misa a la que asistirá, como todos los años, el presidente de la República Checa, Vaclav Klaus.
Sin embargo, la gran misa del viaje tendrá lugar en el aeropuerto de Brno el domingo por la mañana. El episcopado checo apuesta a congregar unos 130.000 fieles, entre ellos 10.000 extranjeros, especialmente eslovacos, según la portavoz del obispado, Martina Jandlova.
En República Checa, país de larga tradición cristiana, solo un tercio de la población de declara actualmente católico.
«El periodo comunista falsificó la Historia y presentó a la Iglesia como el enemigo del pueblo», indicó monseñor Marcel Smejkal, a cargo de Europa Central en la curia romana.
El tema elegido para el viaje, «El amor de Cristo es nuestra fuerza», tiende a «alentar a la Iglesia para que se sienta portadora de vitalidad, esperanza y caridad en la sociedad», explicó el padre Lombardi.
Por otra parte, la cuestión de los bienes de la Iglesia católica confiscados por el régimen comunista sigue en suspenso, pero no sería abordado en forma abierta durante este viaje.
El papa Benedicto XVI viaja a República Checa poco antes del 20º aniversario de la Revolución de Terciopelo que barrió sin violencia en 1989 al poder comunista en Praga, ya debilitado por la caída de otros regímenes totalitarios en Europa del Este.
Hace veinte años, los checos y los eslovacos dijeron «no» en forma masiva a vivir en un país, Checoslovaquia, ocupado por el ejército soviético y controlado por la policía secreta, lanzando una serie de manifestaciones a nivel nacional contra la brutal represión de una pacífica marcha estudiantil el 17 de noviembre de 1989 en Praga.
Dirigido por el jefe del Partido Comunista (PC), Milos Jakes, objeto de burlas populares a raíz de sus discursos poco coherentes, y por el envejecido «presidente del olvido» Gustav Husak, el régimen de la ex Checoslovaquia se derrumbó en unas semanas entre noviembre y diciembre de 1989.
Las manifestaciones más grandes contra el régimen tuvieron lugar en la explanada de Letna y en la plaza Venceslao en Praga, ambas encabezadas por Vaclav Maly, cura perseguido por el régimen por su apoyo al manifiesto de los disidentes, denominado «Carta 77», a favor del respeto de los derechos humanos.
Dirigida por un amplio movimiento bautizado «Foro Cívico», creado el 19 de noviembre por el dramaturgo disidente Vaclav Havel, la «Revolución de Terciopelo» llevó a la partida de las detestadas autoridades del régimen y a la formación de un «gobierno de acuerdo nacional» el 10 de diciembre de 1989.
Vaclav Havel fue electo a la cabeza de la magistratura el 29 de diciembre del mismo año, poco después de la elección al frente del parlamento de Alexander Dubcek, ex líder reformista del PC y símbolo del movimiento de la «Primavera de Praga» de 1968.